(infraordinario) Parto ordinario

(infraordinario) Parto ordinario

28 de junio.

12 pm. Meto el pie izquierdo en la piscina a ver si mejora el esguince que me hice ayer. Vino mi amiga a verme, me miró la barriga, luego a los ojos y me dijo «Virginia, búscate un fisio»

13 pm. Mientras saboreo el cocido que me acabo de meter entre pecho y espalda, noto que un líquido transparente chorrea por mis piernas. «Mamá» imploro, «he roto aguas», «eso será de la piscina». Viene a donde estoy, vuelve fregona en mano, «llama a José, nos vamos al hospital»

14 pm. 1,5 cm de dilatación. Nos instalamos en la habitación, pido la pelota de pilates.

20 pm. Cada contracción se revuelve el cocido en mis entrañas. En la tele echan una de Bud Spencer y Terence Hill, me rio cada tres minutos más o menos.

24 pm. Pido drogas, no me dan.

29 de junio.

1 am. Pido drogas, me dan.

3 am. Pido drogas, no me dan.

4 am. Pido drogas, me dan. Me subo a la pelota de pilates, me bajo, me meto en la ducha, salgo, me meto con la pelota de pilates en la ducha.

8 am. Un médico explora escrupulosamente mi vagina, «Dilatación 2cm», le miro fijamente a los ojos, con cierta esperanza pregunto, «Es broma, ¿no?» No. Oxitocina y epidural.

13 pm. Trato de desconectar leyendo a Vazquez-Figueroa, viene mi padre, me lo quita, viene mi pareja me lo quita, viene mi madre me informa de las subidas de las contracciones que se reflejan en el monitor, aunque…no es realmente necesario.

14 pm. Oigo gritar a una mujer «que me maten, que me maten», le dijo a mi madre que averigüe si le han puesto epidural y si es que si que me maten a mi también. Mi madre, con cara imperturbable, me dice que sólo oye un bebé llorar. En algún momento digo «sandía».

15:15 pm. Alargo mis brazos para coger una cabeza peluda y viscosa, llantos y risas. Me llevan a la habitación, mi madre le pega a mi hijo la oreja con el gorrito, no vaya a ser que le salga plana como a su abuelo.

16 pm. Hay una sandía de tamaño inconmensurable en la habitación, fuera chispea y hace calor, mi hijo emite unos agradables ruiditos. Jose me abraza por detrás y me dice «gracias» «de nada» le digo «¿el próximo para cuando?». Se nos escapa una sonora carcajada.

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