Relato infraordinario.
Cada mañana veo al mismo hombre hablando consigo mismo o con el fantasma de alguien que conoció o solo él conoce, vendiendo libros que quizá leyó antes de que la tormenta de su cabeza o su alcohol atacase; me gusta pensar sobre su pasado y antiguos amores y amigos que encontró, el familiar que podría pasar por su lado algún día y reconocerlo como a un niño perdido.
Cada mañana está en el suelo frente al escaparate de una tienda donde siempre veo mi reflejo, y está tan borroso en comparación con el suyo que me pregunto donde perdí el significado de las cosas; puede que solo perdiese la perspectiva y él la encontrara.
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