Cuando la rabia ya no alcanza para seguir refunfuñando, pero el dolor de la discusión aún no se despeja, surgen esas miradas breves, de refilón, rápidas, que solo buscan comprender si la dinámica del enojo está disminuyendo o por el contrario aún no alcanza su máxima expresión. Depende de esto, para los próximos pasos de una posible reconciliación o una escalada sin tregua de nuevos reproches.

 

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