Yo siempre quise quedarme. Desde que descubrí que existía un planeta inhabitado quise habitar en ella. Y lo hice. Conquisté esa mezcla de líquidos, volátiles y sólidos que formaban su magma. Y fui feliz en ese pequeño cuerpo. Pero comenzó a revolverse, a cambiar, a hacerse inaccesible e inhabitable. Grandes batallas se libraron en nombre del amor. Tristemente, siempre hay dos bandos y nunca gana ninguno. Las pérdidas fueron múltiples. Se contaron por miles las lágrimas vertidas. Pero no me fui.

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