Esta no es una historia especial. No lo es porque hubo cientos, miles como ella. Historias de frio y hambre, historias de miseria y enfermedades, pero también de alegrías y tiempos sencillos. Pero esta es la historia de mi madre.
1945
Esta noche soñé otra vez con esa casa. Hace frío, las ventanas no cierran bien. Me pica la cabeza. Me incorporo rascándome, y la luz de la luna ilumina la hilera de camas, todas las niñas duermen. Mañana pasa el médico, y me sacará otra vez de la fila. Siempre me saca. Sonrío pensando aquella vez que la profesora, después de que me hubieran incorporado de nuevo a la fila, esa otra fila para raparme al cero, me cogió de la mano y me escondió en una clase. – Es un crimen cortar ese precioso pelo- dijo. Le gusta mi cabello,cobrizo y rizado.
Es otro día. Alguien ha venido a verme, dice la profesora. Se le ve contenta. Yo también lo estoy cuando veo a mi hermana y me dice – Nos vamos – ¿A dónde?- A mi casa, a partir de ahora vivirás conmigo.
1949
Ya no me siento una huérfana. Vivo en un hogar, con una familia. Aquí se trabaja mucho. Yo limpio, cocino y cuido de mis sobrinas. Son preciosas, las adoro. Mi hermana y mi cuñado trabajan. Se gana poco, pero podemos comer. Tengo trece años, y el estómago muy grande (lo ha dicho el médico, estuvimos en el hospital porque enfermé otra vez), y siempre tengo hambre. Cuando las niñas se dejan algo de papilla, rebaño el plato con ansia.
1965
Creí que era el paraíso. Tengo todo lo que soñé cuando era niña. Una familia, un marido, una niña preciosa. Y otro hijo en camino. Pero algo fue mal. En el hospital estuve mucho tiempo esperando, y ya había roto aguas. Pero llamaba y no me hacían caso. Otras mujeres llamaban también, reclamando ayuda. La matrona, sentada en un pasillo haciendo punto, no se inmutaba. No olvidaré su cara. El médico dijo que el bebé se ahogó con el cordón, cosas que suceden. Me inundó una profunda tristeza. Mi niña decía, con su lengua de trapo: ¿Dónde está mi hermanita?
1989
Unos pasitos corretean por el pasillo, es mi nieto. ¡Hora de comer! Digo, y sentándolo en la trona, experimento esa satisfacción, imposible de explicar con palabras, de cuidar y alimentar a tus seres queridos. Siempre digo: Si me tocara la lotería… pero no creo que fuera más feliz que en esos momentos.
2009
Rodeada de aparatos que pitan, y de tubos, pienso que la antesala de la muerte debe ser algo parecido a esto. Quizá lo sea. Es extraño, pero no tengo miedo. Sólo quiero descansar, mi cuerpo lleva demasiado tiempo luchando. Toda una vida, en realidad. En mi mente se entremezclan los recuerdos nítidos de lo que pasó en mi infancia, con las visiones borrosas de lo que sucedió ayer o hace tres días, no sé. Esta noche soñé otra vez con esa casa…
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