Nací en El Calabazal Zacatecas en una familia de músicos y de niña!todo lo hacía cantando¡.Mi papá Don Aurelio Tejada en las cálidas noches de bohemia que se prolongaban hasta el amanecer, arrulló mis sueños con acordes de guitarra y violín.

Sin saber cómo ni cuándo me llegó la adolescencia y en un arranque de audacia me puse de acuerdo con los músicos del pueblo y me fuí a cantar con ello,eran las fiestas patronales de «San José» Nunca pensé que las vecinas me iban a escuchar y que una de ellas iría con el chisme a mi mamá !Simona! ¡como canta bonito tu muchacha! le dijo… así como con cola ¡ay de mí! rauda y veloz se fue a la fiesta y furiosa frente a todos me bajo¡del templete!

Furibunda y para que todos la escucharan gritó que cantar no era digno de una señorita y mi vestido nuevo que luciría en la fiesta del Santo Patrono ¡Se quedo sin estrenar!

Por mi hermano Arturo lo conocí.Un día llegaron con él tres jóvenes normalistas y músicos. Adolfo quedó prendado de la niña responsable que lidiaba con una madre generala, un hermano enfermo y una farmacia que atender, al cabo de unos meses me mandó la primera carta ¡que asustada no respondí!,me decía que me tenía grabada en su memoria.

Meses después valiéndose de artimañas se presentó de nuevo por mi casa y de ahí no me soltó, carta tras carta, hasta que se me declaro. Al principio por consejo de mi amiga Chela me hice del rogar,¡no era cosa de parecer facilita!

Un día de tantos le di el si que selle con mi beso de niña y mantuvimos nuestro romance por carta y a escondidas,el puntual cada semana,yo cuando podía porque ¡Doña Simonita¡suspicaz me vigilaba sin tregua.

Aún recuerdo aquella sensación de estrellas titilantes al llegar a la oficina de correos para ver la lista que con su mejor letra publicaba Doña Esther,yo traslúcida y ruborizada,ella gris, con mangas y cuellos discretos, el cabello veteado por los años y su inseparable escapulario en el pecho. Cuando me entregaba las cartas con su sonrisa socarrona ¡desnudaba mi alma!

Después de esquivar las miradas picaras de las mujeres que ahí se congregaban, salía ilusionada sintiendo mariposas en el estómago y acurrucando en mi pecho la carta de mi amado.

De camino a la casa llegaba a visitar a mi confidente-mi amiga Chela.-Para no levantar sospechas salíamos a la calle y nos sentábamos en la banqueta, ahí le confesaba mis sueños de amor, y de paso le leía algún fragmento de los menos comprometedores.

No era mucho lo que podía compartir con ella,doña Simonita me tenía los minutos contados y ¡siempre me pillaba en mis planes!. Llegar a la farmacia y enfrentarla no era fácil; varias veces me arrebató la carta y fue así como se enteró que Adolfo quería hablar con mi papá y pedir mi mano. Ella implacable sentenció; ¡Fany no se casa!

Como consecuencia de lo anterior, el me propuso «la huida»en ese tiempo era una falta imperdonable, mancha y deshonra para la familia; pero yo enamorada me escapé, tenía 16 años y las reglas de moralidad de la época ¡me importaban un comino!

Fue en una noche de octubre que furtiva salí de mi casa llena de ilusiones. Después de un trayecto de 15 horas en autobús cruzando la sierra llegamos a nuestro nido de a amor;en San Dimas Durango.

En la cocina había una banca rustica que Adolfo había construido con sus manos, en la cabecera de de la cama un paisaje pintado por él y en la cima de unos cerros decía; Fany y Adolfo ¡nunca más volví a tener una recámara así de hermosa! Mis fotos y todos los discos de nuestras canciones colgaban en toda direccion; esa mi primera noche de amor fue la más feliz de mi vida,me pellizcaba para asegurarme que no era un sueño.

Por la mañana Él se fue a la escuela,- ya era maestro rural- yo confiada me quede en casa jugando a la mujer felizmente casada sin imaginar que.. ¡doña Simonita!apenas aclarado el día y venciendo su fobia a las alturas, había abordado en una avioneta para llegar a tiempo y evitar que “el cuatrero” me perjudicara.

¡Qué sorpresa me lleve cuando de pronto alguien tocó a mi puerta! al abrir me topo con una cara enérgica y desfigurada por la cólera.!era mi mamá! que «NUNCA» se dejaba vencer.

Irrumpió imponiendo su lema,¡te voy hacer a mi ley!! y antes de que parpadeara, ya estaba en la cocina,tomó a Adolfo de la Gamarra y al son de unas buenas bofetadas, nos hizo ver que ella no era juguete de nadie y que teníamos que ocultar la deshonra.

Había que llamar a Don Antonio mi suegro para que pidiera urgentemente mi mano; y ¡Usted¡apuntó al susodicho ¡se casa con ella de blanco!.Se hicieron los preparativos y en 20 días muy oronda recibía el sacramento del matrimonio en la iglesia de San José. Mi desliz fue un secreto para todos.

Aún conservo las cartas de amor que por muchos años mi güero y yo leímos y releímos; con el paso del tiempo quedaron atrapadas en el olvido y ahora las he rescatado, porque forman parte de mis huellas. Ahora con 5 hijos y 6 nietos vamos por la vida con nuestro proyecto musical¡ Orquesta Sentimiento Latino!¡ Dejando huellas por el camino!

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