El vacío.

Cruzar o no.

Pánico o desafío.

Ignorancia o iluminación.

Parece tan simple la ecuación

pero el ego lleva el control

e inmoviliza la pulsión.

Sin embargo, una vez cuestionada la vieja creencia

es imposible volver atrás y ser igual.

El vacío arrastra sin piedad

e insta a ser

más allá de cualquier límite propio.

El vacío interpela y urge.

El propio ser clama su voz.

Busca traer serenidad y claridad.

Elijo cruzar el vacío. Hoy y siempre.

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