Ya no queda nadie… no hay suspiros por radio…
Nadie resopla en los cafés, no alzamos ojos
a silencios que se quedan en la madera lacada
tras escudos de absoluto pavor infantil.
Ahora lloran en toscos manuales mates
¿Aún los respiras y silabeas en el aula?
¿Los feos y vacíos campos de terror absoluto
han enterrado nuestros ojos, bocas y oídos?
No recitéis Manrique al joven cartílago,
no quiere mascarlo, le deja blando permiso,
como las montañas, desveladas por luz larga
dejan paso pasto mugido de sidra industrial.
Aquí descansan su recorrido y caminantes,
no escribiremos más a eriales castellanos.
Y aún así renegaremos; cruel y tierno impacto.
Sacad la poesía del ataúd ¡Queremos un pedazo!
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