ÍNTIMA-DRE
Detrás de cada arruga de tu rostro
hay cien pecados míos.
Tu cabello no es blanco
porque no tienes la cabeza en las nubes.
Mejor así. Y más ahora…
Cuando niño, creí,
que tenías el don
de pausar el tiempo,
coger el sol como si fuera una moneda
y ponerlo en la palma de tu mano,
después, soplar, hasta que notaba
en mi piel, la calidez de tu sonrisa.
Simplemente, me acariciabas
para quedarme dormido.
Tu corazón, aun siendo de néctar,
al mismo tiempo se convirtió en hierro.
¿Cómo ibas si no a soportar la sangre de mis errores?
Sigo escuchando el eco de tus palabras lejanas.
Después de una eternidad, te doy la razón.
Siempre la has tenido.
Por fin, al cabo de tantos inviernos,
derrumbaste el muro de mi soberbia.
Obstinadamente, no quería oír la verdad.
Pero seguimos observándonos
mientras escuchamos
nuestros latidos.
Si tuviera que escribir
todas las cosas que vivimos juntos,
se multiplicarían estos versos.
¡Ay mi vieja que ya no cumple años sino niñez !.
POEMAS ROTOS
I
(RECUERDOS DE NICOTINAS)
Bebes, fumas, ríes como un loco.
Te dicen: ¡No fumes más!
Y los consejos
se evaporan como el humo.
Y sigues bebiendo y dando caladas.
Te crees invulnerable
como el humo que contamina el espacio.
Hasta que un día el corazón te grita:
¡Me ahogo, me asfixio!
Y dejas de fumar. Y de beber.
Porque el miedo parasitó en tus neuronas.
¿A qué ahora sí recuerdas
los consejos que te jodía escucharlos?
Mientras, tu miocardio, se retuerce
y metes la mano en el bolsillo de la chaqueta
para estrujar el último paquete
justificándote ante… ¿la muerte o la vida?
Al final, puedes contarlo.
La guadaña se esfumó… como el humo.
II
Parecemos un buzón
con la boca abierta
como hipopótamos
donde nos hacen tragar
publicidad engañosa.
No se trata de productos de bellezas
ni tecnológicos, ni de moda,
la letra pequeña es lo de menos.
En el mar de los intereses
la vida humana importa una ola.
Nos muestran que los salvavidas
del Open Arms son unos santos
que les duele África.
Se quejan de que nadie les ofrece
tierra para las almas de pies cansados.
Y culpan a los gobiernos,
enfrentan a naciones
formando un espectáculo de la tragedia.
Si le brindan un puerto
en territorio no europeo
ellos lo rechazan
¿A qué eso no sale en la tele?
¡Miserables hijos de putas!
¿Os creéis activistas por la libertad?
Os estáis forrando a costa
de los que no alcanzan la costa.
Sois el Herri Batasuna de la mafia de las pateras
Condeno vuestras formas sin fondo.
Y esto nunca sale en la tele…
POCO ANTES DE MARCHARSE EL CAPITÁN VENENO
Se fueron de viaje las metáforas.
La idea que nació en ti
lucha para no desvanecerse.
Fue y sigue siendo —tus ideas— un trueno, una luz
cabalgando sobre las olas
de fuego, que es el atardecer,
para engullir a la tierra…
que te vio nacer, morir y resucitar.
Un resplandor de plata.
La claridad de tu palabra
cojonera y valiente.
El resquemor que has producido
en tus envidiosos plebeyos
que no pueden alcanzarte
ni en la intención, ni en las ganas.
Solo porque dijiste, y gritas, la verdad.
VENENO
Se llevó la nitidez del poniente para después verse en ondagloria
Se llevó el arco de flecha, pero nos dejó las verdades en salazón.
Se llevó la luna del mar, pero nos dejó el levante en el pentagrama.
Se llevó las lágrimas de su chusma, pero desenmascaró al farsante.
Se llevó la espada de los versos con los que se batió en mil batallas.
Se llevó febrero del calendario, pero nos dejó mayo para diecisiete siglos.
Se llevó la vida, pero nos dejó la leyenda que también es vida.
Se llevó la guitarra, pero nos dejó música en los corazones.
Se llevó el silencio, pero nos dejó los aplausos… que no eran teatro.
Se llevó la palabra auténtica y gamberra, pero nos dejó pensando todavía.
Se llevó lo que le salió del nabo, pero nos dejó con la sonrisa puesta.
Se llevó la revolución de lo establecido,
pero nos dejó la envidia arrodillada ante San Rafael.
Se llevó su gorra, pero nos dejó el veneno.
Se lo llevó todo, pero nos dejó la puerta entreabierta.
CONSEJOS
No voy a perder el tiempo
rebuscando metáforas
para mostrarte en un espejo
la silueta oscura de los políticos
y contártelo con palabras bien sonantes
para no molestar a tus oídos.
Seré directo:
¡Qué le metan el Open Arms por el culo, sin vaselina!
…..
No mires las agujas del reloj
si eres impaciente ante la llegada
de las cosas que cambiarán tu destino.
Cuando las olas
se pongan de pie ante ti,
y te impidan avanzar
no te dejes arrastrar como un cangrejo,
haz de tu coraje una muralla.
Tu eres tu propio verdugo y salvador
para desgracia del demonio.
Y eso, a Dios, le hace gracia.
REMORDIMIENTOS
Dice EduGildo
En la barra de un puticlub.
Música latina de fondo.
Los colores de la guapura te salen en las mejillas.
Eres simpático y, por desgracia, bueno.
Pero los buenos no follan, lo desean.
Y como los deseos no son pasionales,
te subes al tren del pecado.
Los buenos no quieren echar un polvo,
si no hacer el amor.
La conciencia te pone a prueba.
Hasta te crees un ángel excusándote
en la bondad ¿por qué lo haces?
Hasta que un día el demonio
envenena tu mente y tu polla.
Ya no ves un cuerpo solo un clítoris
al que relamer su jugoso néctar.
No ves a la mujer. Ves a un coño.
Carne. Curvas. Tufo a pecado.
Y estas tan ciego que te has convertido en esclavo.
Ya no sales por la noche
para buscar una hembra
si no un instrumento que te de placer.
El egoísmo es tu bandera.
Y huyes de tu casa como el drogadicto
que busca su mierda.
A oscuras. A hurtadillas.
Y entras en una cueva
donde tu eres el murciélago.
Y es tan inmenso el placer que sientes
que hasta te crees que es de verdad.
Un placer de plástico. Comprado.
Te vuelves a engañar a ti mismo.
Cuando terminas de correrte
eres igual que un niño asustado
por si le van a reñir o a castigar.
Bienvenido al vicio de la cobardía.
Y así vives durante meses, quizás años.
Los del banco, entretanto, te llaman
para decirte que no pagaste la última cuota.
Pero a ti eso te da igual.
Has prostituido a tu alma
de tanto vivir engañándote.
Tus manos, tu aliento, tu peste a whisky,
tú y tu polla caliente y miserable
que lengüetea varios idiomas,
ya no puede soportarte ni un coito más.
Te arrastras como un pobre diablo.
Hasta que ya cansado
con el arrepentimiento
a punto de vomitar,
se lo confiesas todo a María Magdalena
mientras le invitas a unas copas.
Y te tienta a subir. Te acaricia.
Le apartas sus manos. Escucha tus resentimientos.
Te insinúa a que vayáis a follar.
Tu mirada le dice que no. Ella lo pilla.
Y una sola palabra tuya bastó para sanar:
“Si pudiera os pediría perdón, una a una,
a cada una de vosotras”.
Se enciende una vela en tu interior.
Expulsaste de ti al demonio.
María Magdalena, con los ojos empapados
te da su bendición:
“Vete tranquilo y no vuelvas por el infierno.
Ah y cúrate tu enfermedad”.
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