Formas celestiales de calmar el dolor y sus ojos…

Lo miré sobre la estima de la luz tenue de mi linterna, y a pesar de que algo invadía mi cuerpo de una soledad agobiante y repentina, lo amé otra vez…

En su máximo dulzor, con su torso descubierto y sus ojos desnudos.

Con su mano sobre mis muslos, dándome descargas.

Y reía, y sentía… Y yo siempre lo ví como algo más, como esperando que abandonara sus miedos, cuando el mío más grande, fue que la tormenta me encuentre sin él.

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