Volar para Volver

Volar para Volver

Treserres

17/07/2019

Llegué cuando menos me esperabas.

Nadie a tu lado de mi imaginó.

Tú con ansias me esperabas, y de tus entrañas algo brotó.

Crecí siendo amada, sin ser deseada.

Crecí amándote, pero de ti quise alejarme.

Eres la madre más deseada, y eres la madre que un día abandoné.

Tu amor a mí has entregado, y yo te he recompensado:

con suaves desplantes y amargos rechazos.

Tus manos ampollaste para un techo darme;

Mis pies acaricié, para de ti alejarme.

Compañera de mis triunfos, amiga de mis alegrías,

con tu alma has odiado, lo que a mí me ha afectado.

En tus brazos he hallado, lo que el mundo me ha negado.

En tus caricias he encontrado, lo que no he buscado.

De mi te has apegado y con valentía me has rescatado,

Del mal que acechan las calles. De los lobos que buscan devorarme.

De las ovejas que son leones. De las liebres que no corren.

Y de las tortugas que avanzan rápido.

Tu amor me ha asfixiado.

Tu ternura me ha jactado.

Tu corazón he maltratado.

Y a ti he despreciado.

Como halcón descocado, libre quise volar,

por las altas montañas de un mundo cruel y despiadado.

Un árbol hallé y en él mi riego dejé.

A sus ramas me aferré y con amor lo besé.

De mis entrañas él supo todo y de mis debilidades se aprovechó.

Con la avaricia de una reina, de sus labios quise beber.

Más él de los míos todo bebió y cuál calavera mi corazón dejó.

A un sueño me aferré y de él no me quise desprender.

Como abeja en el panal, de su miel me unté.

Más él supo defender, todo su ser de mí ser.

A la penumbra me entregué y de mí no quise saber.

Más en un lugar muy cercano, una madre me esperaba.

Maltratada por los años, una anciana encontré.

En un rincón de antaño, pálida sin esbeltez.

¡Madre de mi alma! ¿Qué puedo hacer?

Para borrar de tu cara, mil noches sin atardecer…

Fui presa de mi juventud y corrí sin escuchar.

Más en un ataúd todo de mi quise dejar.

Hoy dejo atrás el camino, que un día recorrí,

Sin escuchar siquiera el dulce canto del colibrí.

¡Qué triste es volver! al hogar que un día dejé,

para entonces solo había, esencia virginal.

hoy solo encuentro, impureza y desdén.

Con el aroma puro de doncella

Perfumé el camino que ande.

No hubo reparo en la entrega y sin aliento quedé.

¡Gloria a Dios! la semilla no murió,

Con un riego nuevo… volví a emprender.

Sin miedo y con pasos firmes,

las huellas pienso dejar en la arena de la vida.

Con la certeza que las olas vienen y van

y en cada llegada algo dejan y algo se va.

¡No te asustes madre mía! porque a ti he de volver.

Con nuevos bríos me has de ver…

Altiva como lobo, mansa como camaleón

Libre como el águila, callada como un león.

Rápida como la gacela y lenta como el tiburón.

Ahora puedo entender…

Que las palabras sabias no son del chico sino del anciano,

que sangre ha derramado y de rojo su sendero ha pintado.

Las cicatrices que ha dejado la insólita juventud,

son la marca de la experiencia ganada

en batallas cubiertas de terquedad y guerras triunfadas.

¡Perdona madrea mía!

que la vida me haya enseñado

lo que tú, a mis oídos hablaste

tantas noches de chocolate.

En el espejo me he mirado

y mis párpados han bajado

la luz de la añoranza por volar

más arriba que el fracaso.

Querías evitar que las piedras del camino

mis rodillas maltrataran

pero ya ves ¡madre mía!

quien no escarmienta por cabeza propia…

nunca podrá apreciar… lo que significa volar sin alas,

amar sin recompensa y callar sin reventar.

Un consuelo me ha quedado y a ti quiero decir

que si el primer puesto ocupaste

en el corazón de mi sembrado,

eso quedó en el pasado y a ti no volveré.

Pues en la amargura encontré

un Dios que sin reproches,

de mi ha sabido cuidar

y sin reparos su amor me ha entregado.

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