El gorrión escapó de su jaula y en su vuelo bajo chocó, alguien hirió sus alas … normalmente se escapa cuando se quiere ser libre, pero ese no era mi caso. Mi libertad la encontré en esa jaula, allí me sentí segura por casi trece años; las calles se habían vuelto demasiado extensas y caminar se torno tortuoso, mantenerme de pie inseguro, la vista a veces se nublaba, lo único que percibía con claridad eran los molestos sonidos… ahí va la misma boba de siempre… la gibada… la orgullosa prepotente que se cree mejor que los demás… el poste de la escuela… no es nada personal pero tú sabes que contigo sólo se puede estudiar, para hablar hay otras personas… ¡yo parecerme a mi hermana! jamás… no, que pereza quedarme con ella… ¿qué quieres que haga? si voy con ella la situacion no va a cambiar… que desgracia haber tenido una hija tan miedosa… ¡no lo hagas más! la gente pensara que te saque borracha de una discoteca… yo fingía no escuchar nada, con la cabeza gacha llevaba sobre mis hombros aquel maldito barrio, sus tontos prejuicios, sus cotilleos e intromisiones caminaba sola por las calles abarrotadas de niños jugando, mujeres buscando a quien denigrar y hombres vulgares siendo infieles a esas mismas mujeres con la mirada, con el pensamiento y si pudieran hasta con el cuerpo… estaba sóla en medio de la multitud perdida en mi mundo subyasente; por momentos mis pasos eran vacilantes, mi estomago se encogía, entonces hebria de miedo, sofocada de angustia obligada me sentaba en el suelo para despues moribunda entre una horrible agonia ser levantada por manos extrañas.AsÍ solía pasar las horas de mi desafortunada travesía para evitar que me hicieran daño pero al caer la tarde corría con premura a mi rincón preferido: el jardín de mi madre; alli me desahogaba deshojando pequeñas princesas, mordisqueando sus hojas, teniendo conversaciones con los actores de mi teatro imaginario, pretendía ser otra persona, creaba otra realidad en la que yo como tal no existía; luego llegaba la noche y como una cascada se volcaban sobre este corazón herido esos sonidos molestos para una y otra vez volver al punto de partida… empapaba con lágrimas mi almohada hasta que el sueño finalmente me vencía o más bien agotada de autocompadecerme me rendía. luego volvía a vivir la misma faena de tortura; no en vano se llama pedregal. Sus habitantes en ocasiones suelen ser piedras cuyos golpes dejan hondas cicatrices ¡pamplinas!que el tiempo lo cura todo, que olvidar es la unica opción pero con el correr de los años mis recuerdos , los malos siguen intactos; la vida pasa despiadadamente sobre las calles de asfalto solo sobre mí parece no haber pasado sigo tan asustada como mi primer día de escuela incluso mucho más que antes, ahora no me gustan las tormentas, la lluvia e ironicamente la soledad, ¡me he vuelto fácil!… facil para llorar, para sufrir, para quejarme, para herir en la misma magnitud. Asumo que fantaseo con la posibilidad de empezar de nuevo pero ¿empezar qué? entonces asumo que soy maravillosa, que no he perdido nada salvo el tiempo que mal gasté escuchando palabras que no me servían; no busco la mirada de aprobación de quienes me han lastimado, sigo mirando para adentro, en el fondo quiero seguir siendo quien soy, no cambiar un apice de mi corazón. Si, encerrada en mis cuatro paredes aprendí a sonreir, a amar y con dolor a perdonar.
Estoy en la calle, todos parecen asombrados por la intrusa que más parece un animal asustadizo que un ser humano; yo estoy aterrada, odio que me observen, que murmuren por lo bajo. Para ellos es fácil hablar y no perder de vista nada; para mí sólo escuchar, lo cual significa enterarme de todo y callar. Antes no conocía sus historias ahora que finjo conocerlas tambien yo me he vuelto hija de pedregal.
barrio pedregal-itagui (colombia)
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