Rafael sale de su puerta hacia la calle , comúnmente encuentra a la mujer que ha vivido junto a él , desde que se mudo ahí , hace más de catorce años. Nunca había visto los lunares que sobresalen de su jovial muñeca , algo y no sabe qué le produce querer hablar con ella . Observa su reloj , son las siete con cinco minutos , ahora busca el sol como si eso hiciera que llegara más rápido al café que usualmente va . Mientras con la cara viendo todo lo que impida su camino, piensa en que tiene ya diecinueve años , ya en la universidad , y cuando piensa en esto , no produce ni asombro , felicidad o algún tipo de emoción , simplemente no le importa. Como un reflejo , voltéa a ver el reloj sobre aquella Zapatería , y como en el momento cuando sale y mira a la mujer de los lunares , de nuevo piensa en ella , sonríe por primera vez en mucho tiempo, sus ojos se inclinan hacia unos zapatos femeninos , imagina dárselos a esa mujer , y sonríe él imaginando en su pensamiento ella riendo . Por segunda vez , ve el reloj con números azules , las siete con diecinueve , en poco menos de unos instantes percibe que hay un periódico debajo de sus pies, la fecha , empieza a leerla , «diecinueve de Septiembre de 1985» . Al terminar la fecha el reloj de los números azules , cae , se rompe , los zapatos que miraba antes se caen también , junto con casi todos a su alrededor , las ventanas , los anuncios de enfrente imitan todo , quedándose abajo , la mayoría de lo que se desploma se quiebra , siente que por alguna razón no puede quedarse de pie y empieza a dar pasos para mantener el equilibrio , después de esos dos minutos , se da cuenta del ruido de la gente y como corren, mira por ultima vez esos zapatos , ahora tirados con pedazos de vidrio la calle Madrid en el Distrito Federal se volverá un escenario de los mil doscientos cincuenta y cuatro pares de zapatos que nadie puede usar , nunca podrá regalárselos.
Treinta y dos años después de ese momento , trágico a las memorias sobrevivientes , él de nuevo sale de su casa , desde hace once años vive en Puebla , tiene cincuenta y un años , es el mismo joven , sosiego , distraído de su propio mundo , con un trauma que lo sigue desde esa mañana de Septiembre , no aguanta ver zapatos de mujer , (ella) como siempre la nombra en su mente, murió cuando el semáforo sobre el eje central cayó sobre su cabeza Produciéndole una muerte instantánea . Caminando en la 3 Oriente, frente a la facultad de filosofía y letras , alguien lo toma por detrás , tocando su hombro derecho , es un hombre maduro , no lo reconoce aunque el hombre sí a él , se llama Saúl le dice , esposo de Raquel , Rafael incómodo , ingenuo sin entender nada muestra su dificultad de poder responder , Saúl percibe su confusión.
—Era tu vecino en la casa violeta en el DF
Rafael entendiendo todo recuerda sólo dos cosas del color violeta , la casa de la mujer y los zapatos que vio , violetas como su casa , ríe como esa vez desde hace mucho tiempo , no supo por qué pensó en ella al verlos cuando era joven, hasta ahora sabe la respuesta , su casa , los zapatos , su parecido a la primavera , el perfume , los labios y su sonrisa esta vez duró más.
Exclamó una cosa en su mente.
—Su nombre es Raquel .
19 de Septiembre de 2017 . Quizás los terremotos como la cicatrices separen tierra para dejarnos más lejos , que muestre como nos acabamos, y apenas pudimos conocernos .
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