Calle Sopranis.

Bajo por tu calle otra vez…

Así dicho parece que te pertenece. Es de tu propiedad.

Bajo y espero chocarme contigo…creo que estás trabajando hasta las 19.30. Creo que no te voy a ver.

Pero da lo mismo, cuando mis pies pisan el suelo de tu calle siempre pienso en ti.

Calle Sopranis, suena bien.

Suelo bajar Sopranis entrando por la calle Santo Domingo. O también bajando por la calle Botica hasta tu calle, que es la siguiente.

Antes de conocerte para mí era la calle de los zapatos de Lucía, la dueña de una tienda de zapatos que hay a la izquierda. Tiene una sonrisa constante en su cara afilada. Entraría a saludarla, pero hoy la tienda está cerrada. Qué mala suerte, tengo ganas de verla. Siempre me anima la gente que sonríe sin más, porque sí.

Hoy doy un paseo por tu calle porque quiero recuperarla poco a poco. Quiero volver a tener historias mías en Sopranis. Ahora sólo me vienen a la mente las nuestras.Las tuyas.

Esta calle con su luz azul y sus sombras, desgastada y llena de vida empieza a andarse bajo mis pies. La miro, la escucho.

Han cambiado el suelo. Antes eran unos adoquines viejos y rotos, y como dicen los ancianos “mejores que estos que han puesto”.A mí, sin embargo, me gustan más estos nuevos. Está el suelo sin desniveles y mantienen ese aire antiguo de ciudad de agua.

Camino y me pregunto si alguna vez volverá a ser la calle de mis zapatos preferidos,o la calle de alguna otra cosa buena o mala,pero que no seas tú.

Ahora cuando bajo intento muchas veces no pasar por allí,con la inútil intención de olvidarte cuanto antes…con lo chico que es Cádiz.

Si mantuviera la intención durante un año seguro que te encontraría todos los días en el resto de las calles.

Han abierto un bar nuevo con terraza en tu calle, en frente de tu casa. Me apetece tomarme una caña sola allí y mirar tu balcón. Me apetece mirar tu balcón, y esperar que salga ella. Ella,la otra.

Aunque la otra en verdad ahora soy yo.

Yo soy el pasado… y si miro a tu balcón y está ella me va a doler.

Me siento en la terraza del bar, espero que me atiendan y miro las fachadas de las casas blancas y los balcones de ventanas grandes con flores. Huele a fresco, hay humedad. Se está bien.

Pasan un grupo de chicas de no más de 16 años con sus plataformas y tacones,y recuerdo con nitidez cuando yo misma pasaba por Sopranis con mis amigas del instituto y nuestras ganas de comernos el mundo…igual que ellas ahora.

Eso si, ellas tienen un suelo más a propósito para esos tacones.

Les echan piropos, y mientras ellas se sonrojan, los que estamos en la terraza nos sonreímos ante la dulzura que desprenden en sus altos tacones, andando a punto de caerse a cada paso, y con ese orgullo de “mujer-niña” en sus cabezas. Me hacen sentir ternura.Ver que todo sigue igual, que ellas pasan por donde yo pasé con el mismo ímpetu.

Hasta que poco después, no mucho si los tacones son demasiado altos, comprendes que por ciertas calles siempre viene mejor usar deportivas.

Buenas niña,¿qué te pongo?– pregunta el camarero, un hombre mayor, al menos lo parece.

Una cerveza, por favor.– respondo concisa, estoy absorta mirando la fachada de tu casa.El camarero se marcha y al cabo de lo que para mí son segundos me planta una caña encima de la mesa. Se queda mirándome.

Niña¿estás esperando a alguien?– pregunta curioso.

No, que va… bueno, conozco a un chico que vive aquí– contesto señalando tu balcón.

Ah!Si, lo conozco.A los dos. Vive con su novia, Teresa. Ella desayuna normalmente aquí. – me dice mirándome con dulzura a los ojos.

A él lo conozco de hace tiempo… -respondo bajando la voz.

Si, ya… ese chico conoce a muchas chicas de hace tiempo. Niña, anda, bebe tu cervecita y no te calientes demasiado la cabeza con las cosas pasadas,que eso es un “sinsentido”, y baja pá la playa de la Caleta a darte un bañito– me dice mientras me mira con ojos compresivos.

Le sonrío tímida mientras se aleja, doy un trago a la cerveza y miro hacia arriba. Descanso mi mirada en tu fachada amarilla ocre, con las ventanas un poco vencidas por el levante y ese aspecto añejo que adoro.

Mis ojos se encuentran con tu balcón azul. Solo tu lo tienes pintado de azul.

En una esquina veo las flores y las macetas. Tengo tanta pena dentro que desearía que ella, a la que quieres más que a mí, salga a regar mis flores.

Quiero ver como riega los claveles rojos que te regalé, y ese cactus que me dejé a propósito para que me recordaras…creyendo que soy para ti mucho más importante de lo que soy, y que recuerdas que te conté que si fuera una planta sería un cactus…Seguro que no te acuerdas.

La verdad es que la cerveza que me ha puesto está perfecta; fresquita y ligera.Y empiezo a notar como paso del deseo de veros al miedo de encontraros, porque la caña va haciendo su efecto y me encuentro mejor. Pero no tan bien como para enfrentarme a tus ojos, que me veas ahí abajo, y saludes como si nada, como si no hubieras cambiado mi mundo, como si me conocieras de vista.Me levanto ya dispuesta para la Caleta.

¿Cuánto es la cerveza?-pregunto alzando la voz.

Un euro niña-contesta sonriéndome.

Aquí tiene,muchas gracias..

Niña, la próxima vienes a tomarte una cerveza con amigos.Tu estas invitada a la primera cerveza.Eso si, no te vengas tan sola.

-Jajaja, gracias. Pues vendré pronto, porque esta era una de mis calles favoritas.

-¿Era?Eso no puede ser niña, esta calle es de todos, y de cada uno.Tú vuelve, y tiempo al tiempo.

Sopranis…tiempo al tiempo.

Volverás a ser mía.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS