Pasé mi infancia mirando hacia afuera, asomada desde este sexto piso a la calle. Hija única, sin poder cambiar la decisión tomada, mis primeros años de vida fueron una dulce y agria búsqueda de amigos. La timidez extrema no ayudó. Los chicos de mi edad se me presentaban como un planeta inalcanzable en el que no podía aterrizar. En el balcón podía acercarme a esos grupos que se juntaban en la cuadra de mi casa, pero desde arriba, con una distancia que me mantenía a salvo. Ellos, jugando cada tarde en la vereda a ser grandes. Yo haciendo lo mismo, pero adentro, en el cuarto de dos padres muy trabajadores que no estaban durante el día y me dejaban al cuidado de mi imaginación. Una linda y alegre imaginación que logró transformar ese espacio algo solitario en un presente lleno de sueños.

Desde el balcón podía ver la escuela a la que estaba pegado mi edificio. En el recreo salían todos al patio haciendo un ruido que me llenaba de emociones extrañas. Yo me aplastaba contra las barras para verlos más de cerca. Eran puntitos moviéndose con guardapolvos blancos y gritando cada mediodía, desenfrenados por haber recuperado la libertad durante 10 minutos. Yo sentada con las piernas cruzadas los observaba sin moverme, y me convencía que ellos me veían. Por 10 minutos era una especie de Dios que los iluminaba a través de las rejas verdes. Desde el balcón también veía un departamento muy lujoso. Era el edificio «Rico» de la cuadra. Moderno, con un piso entero a disposición de familias afortunadas. Las persianas cromadas tapaban la vista, pero a veces estaban abiertas, y yo corría a mirar… lo que pudiera encontrar, a llenarme los ojos con sillones hermosos, fiestas de noche, y vidas que suponía tan distintas a las del resto.

La infancia es más dura cuando se la recuerda que cuando se la vive. Estoy convencida que fui muy feliz, a pesar de muchos dolores inevitables de los primeros años. Jugar salva, no importa a qué, no importa con quién. Importa que hay una ilusión infinita de que algo mágico va a pasar. Desde el balcón, y desde la habitación que daba al balcón, transformé la realidad cada tarde, entre novelas de la televisión, disfraces extraños, charlas con seres invisibles que fueron una compañía hermosa, y siempre con la infaltable mirada puesta en otras ventanas, buscando escenas de gente en su intimidad, que me permitían en pocos minutos hacer las mejores historias. La chica que tejía siempre sentada en una silla (y que para mí planeaba tejer la colcha más grande del mundo). La señora que colgaba la ropa en bombacha y camiseta (y que seguro buscaba novio en mi edificio). El hombre que salía a fumar todas las noches después de comer y se abrazaba a las rejas (no había dudas que su mujer lo volvía loco), el perro que siempre estaba aburrido y pegaba el hocico a la cornisa (me daba mucha pena y siempre le chiflaba sin éxito para que me vea), las hermanas que desde el 5to. piso de enfrente me hacían burla y me llenaban de angustia, al punto que me tenía que esconder detrás del tender (hoy si las veo no dudaría en empujarlas suavemente al vacío)

Cuando a la distancia descubría a alguien mirando, me latía el corazón. No podía ver su cara pero había alguien allí que seguro me había visto, y ese encuentro lejano era raro y único. Porque hay una vida inmensa en los balcones que dan a las calles. Las calles forman barrios, pero los balcones forman mundos. Las ventanas se encuentran a la distancia, y el que sale está un lugar especial, expuesto de una forma distinta.

En algún momento dejé de estar ahí. De a poco me olvidé que en el comedor de la casa de mis padres había una puerta que daba a otras medianeras con otras vidas. Tal vez fueron las obligaciones, la mirada más puesta en el adentro, el simple desinterés por seguir viendo esas luces lejanas. No sé qué pasó. En algún momento los edificios y las otras ventanas no parecieron tan importantes ni salvadoras, o tal vez no las necesité más. Crecí, tuve mi propio balcón, pero ahora salgo a regar plantas y sigo mirando hacia mí misma.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS