Hay días en que uno se pregunta mientras pisa el pavimento: Y, bueno, ¿Entonces quién soy? Yo me lo he preguntado todo el tiempo. Mañana, tarde y noche, entre comidas, con hambre, sin sueño. Me lo pregunto como un poseso y, a veces se lo pregunto a ella.

Hace un par de días estábamos yendo a comprar cigarros y me contó la historia sobre como uno de mis poetas favoritos, una vez, se cagó sobre su silla. ¿Un artista? eso ya no era lo impotante.

Creo/Resulta que estamos llenos de brechas, situaciones límite entre deseos que tiran como caballos dementes hacia lados contrarios. A veces queremos vivir eternamente y, otras veces, agradecieríamos morir en un segundo calcinados en amor, en lugar de vivir hechos moho en medio de las calles, las computadoras y los papeles de escritorio.

En mi caso reflejo mis vaivenes en forma de errores. Ortográficos, de conducta. Ok sí. Incluso en una apatía e indiferencia dignas de critica. Tú me puedes criticar, te lo permito, te lo pido.

Lo importante es que el sonido que busca expresión a traves de este esqueleto logre aunque sea un fragmento de su propósito y que ese fragmento se quede ahí para siempre, hasta que un nuevo fragmento se le una y toda la existencia de las cosas se alegre ante tan raro acontecimiento.

Todo esto lo descubrí caminando por el Boulevard de Barranco a la una d ela mañana con la persona a la que mas amo en este mundo. Sentimiento bastardo, duro, con piel de elefante y veneno de víbora. Hermoso caballo que hace entender a los otros caballos que su caballes no importa. Solo importa un horizonte, un sueño para futuros caballos-hombres.

Esa noche en una calle llena de gente ebria y maloliente, descubrí que no soy un ser humano. Pude ver que mi camino había sido borrado por un vil afán de supervivencia. Y la luz estaba en nuestros ojos.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS