El canto del jilguero

Mezcla extraña de amor y odio, eso es lo que siento por ti.

Con tu misteriosa y cruel magia, has logrado acabar con casi todas mis ilusiones, las cuales yacen sepultadas bajo tu firme superficie.

Aún conservo algunas esperanzas, muy pocas la verdad, escondidas en ese recoveco del corazón, al que nunca tendrán acceso tus poderosos tentáculos.

Hoy te observo, con resignación, desde esta jaula que construiste para mi y en la que has logrado cautivarme con tus sucias artimañas.

Sensaciones encontradas se turnan, con suma educación, en el interior de mi mente, a veces, los férreos barrotes y tu presencia, me proporcionan una horrible y tranquila seguridad; en otras, deseo con todas mis fuerzas, dotar mi cuerpo de poderosas alas, derretir con la rabia que atesoran mis ojos las varillas de metal y volar, volar muy lejos, hasta escapar de tus dominios para siempre.

Entonces, tu aliada perfecta, la sensatez, se acerca a mi, y con una sarcástica sonrisa dibujada en su cara, me pregunta:

– ¿Dónde piensas escapar?, triste pajarito.

– ¿Dónde vas a encontrar una jaula mejor que la que tienes?.

Entonces, aparece en escena la realidad y se sienta a mi lado, mientras observa en silencio como bebo un poco de agua, tomo algo de alpiste y canto como un buen jilguero.

Mientras tú, ¡maldita calle!, te vanaglorias de poseer el mejor “colorín” del barrio entero.