A veces camino para despejar mi mente, doy pasos lentos pero firmes como mis pensamientos que jamás dejan de girar en mi cabeza, necesito un descanso, necesito no pensar mas y continuo caminando entre millones de pensamientos de otros individuos que transitan como si no existiera, y soy invisible entre el bullicio de la gente que jamás se detiene.
Bocinazos e insultos se remueven entre el caluroso día de hoy. Los problemas me agobian, me inundan a tal punto que cuestiono mi existencia ¿Por qué estoy aquí? ¿Quién soy yo? El transito congestionado aniquila a cualquier persona que tenga prisa; yo sin embargo no voy a ningún lado, no tengo a donde ir, mis pies simplemente se mueven entre la destrucción y la miseria que inundan a mi ciudad desde hace mas de una década. La llamábamos Ciudad Jardín, por su belleza única en incomparable, por la calidez de su gente que te hacía sentir como en casa, porque todos éramos importantes.
Camino entre la miseria y la pobreza hasta que debo detenerme en el semáforo, está en rojo para los peatones y en verde para los vehículos, pero aun así los peatones atraviesan los vehículos corriendo y esquivándolos ¿acaso soy el único que respeta la luz? Que pasa en este mundo, ¿donde ha quedado la cultura? también permitieron que les arrebataran los valores y andan por el mundo como si fuesen dueños de todo sin respetar a sus iguales, es decepcionante.
Camino con mi decepción a cuestas sin importar que nadie lo note, sin importar que todo acabe, pues al parecer no hay nada que pueda hacer, no hay ni un rayo de esperanza que me impulse a seguir adelante, y cuando pensé que todo estaba perdido me detuve porque algo impresionante atrajo toda mi atención, solo me quede allí parado en la esquina de la acera entre la Avenida Bolívar y la Calle 5 de Julio en pleno centro de Maracay admirando aquella impresionante obra de arte; eran dos murales completamente distintos, un niño con sombra de oso lleno de colores vivos y un ave entre sus manos y una niña con sombra de leopardo con sus dedos entrelazados y un pez en su pecho. ¿Cómo es que no había visto esto antes? a pesar de que el día estaba nublado era imposible no observarlo y notar que la cultura está volviendo a través del arte en su máxima expresión. Mientras continuo admirando aquel mural una chica de largos cabellos se acerca a mi lado y aparentemente comparte mi admiración.
—Es muy bello verdad —pregunta ella—
—sí lo es, realmente magnifico. —Exclamo sin vacilar
—cuando tengo problemas vengo aquí y solo me detengo a mirar durante un largo rato. —Comenta mientras da un largo suspiro con la mirada perdida en aquel mural—
—Es un buen plan, jamás lo había visto pero me hizo olvidar todo lo que estaba pensando.
—entonces mi plan funciona.
—Si realmente funciona —exclamé riendo—
Estuvimos ahí durante bastante rato, cada uno de nosotros hacia un comentario sobre alguno de los murales y lo que creíamos que representaba, a cabo de unos instantes comenzó a llover y ni eso logro movernos de allí, mientras la lluvia escurría por mi rostro y hacia mas difícil mi visión tenia la necesidad de permanecer alli.
luego de que la lluvia ceso y pude continuar mi camino sentía que había algo diferente en mi, los pensamientos se esfumaron, las ganas de desaparecer ya no eran tantas, me di cuenta de que solo debia darle una pausa a mi vida, relajarme y encontrar la paz en pequeñas cosas. Despues de todo aquello que vivi ese día, decidí que no todo en este mundo está perdido, solo necesita ser observado.
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