Estudie en uno de los colegios mas representativos del barrio, es mas, era tal su conexión con este que sencillamente para no tener que repetir el nombre decían «El técnico» refiriéndose al colegio que consta de tres sedes donde en cada una se daba una formación: en la sede mas vieja y que queda a un lado de La Quebrada Limas daban clases a estudiantes mas jóvenes, siendo educada desde grado cero hasta el tercer año de primaria allí, después sigue la segunda sede, ubicada subiendo por un puente de tierra quedando al lado del CAI del barrio donde nos educaban desde el cuarto grado hasta sexto grado, y la sede mas grande, estaba mucho mas lejos, en una avenida principal, donde desde sexto (dividían los sextos en ambas sedes por la cantidad de estudiantes que habían )hasta el grado once. Recuerdo bien el día en que me promovieron ya hace diez años al grado sexto, siendo trasladada a la sede los los «niños mayores» donde por justa causa o daño divino fui separada de todo mi curso y enviada a uno nuevo, pues siempre había pertenecido al grupo terminado en 04, pero me enviaron al 01; conocido ya popularmente como el peor en convivencia de todos.
Estando ya acoplada en el curso me di cuenta que era allí donde pertenecía en realidad, no tanto por las malas calificaciones, sino que era un grupo muy unido, donde si eres bien recibido te trataban como uno mas, pero si les caías mal te hacían echar o que te fueras (eso incluía a los pobres maestros dados por la alcaldía), ustedes se preguntaran porque era un grupo de mocosos de 11 a 13 años era tan fuerte, pues bien, la mayoría de esos chicos habían estudiado como yo en la sede anterior, la que queda al lado del CAI, el problema radica en que a eso del año 2006 había una parada de alimentador donde a eso de las 7:30 am estaba lleno de gente esperando su ruta para ir al portal y así a sus trabajos, paso que, un bus choco contra un taxi que estaba atravesado en la avenida, y venia a tal velocidad de la loma que se levanto arrastrando a la gente que esperaba en la estación, no se sabe cuantos muertos resultaron, pero el golpe se sintió tan fuerte en el colegio, y los profesores estaban tan aterrados que nos dieron salida a eso de las 10 am, como todo niño curioso a pesar de las advertencias de no acercarnos al accidente casi un 20% de los niños fuimos a mirar a la gente en pedazos y el bus destrozado que estaban en escena, los policías trataban de controlar la situación pero eran demasiados cuerpos y sangre para cubrir, y los encargados de levantar los cuerpos no llegaban, a pesar de mis 9 o 10 años, vi esa escena con naturalidad para mi sorpresa, pues era tan inmadura aun, que aun creía que esas personas eran como mis muñecas barbie, que las volvieran a unir como lo hacia mi madre cuando dañaba mis muñecas. Vuelvo al punto de que en ese accidente mas de uno de mis compañeros había perdido familiares o amigos, y en eso se arrastraba el mal comportamiento en clases. Fui creciendo y llegue al grado octavo con ese grupo, donde ya era famoso el hecho de que ningún director de curso enviado por el gobierno se queda, pues nuestra maestra original paso a ser operada de las rodillas, dándole paso a una mujer embarazada que no pudo con el estrés y tuvo al niño prematuramente, después una señora que hablaba raro y no duro sino dos meses la pobre, finalmente, tras llenar el observador y dejarlo tan gordo como el de ningún curso en solo seis meses, llego la maestra original ya recuperada, que viendo tal comportamiento nos aplaco con tareas y lectura extras, tal estrategia dio sus frutos pues varios se unieron a la emisora del colegio, otros al grupo de arte y yo misma, represente al colegio en un concurso de ortografía organizado por un periódico nacional a la edad de 14 años.
Se preguntaran como un curso tan indisciplinado se aplaco y hasta tuvo buenas calificaciones los últimos tres años del bachiller, llegando a ser el favorito de los maestros por su participación en actividades culturales y en clases, bueno, entendieron que los gritos y amenazas no servían, nos trataban como a sus hijos, y siempre que alguien la embarraba en el curso no lo reñían sido que le decían que estaban muy desilusionados y que esperaban mas de todos. Si, si uno cometía un error, todos pagábamos el precio, mentalidad con la que nos terminamos por aplacar y tener una convivencia de oro, mentalidad con la que nos graduamos todos y que aun, cada uno llevando su vida muy aparte a ese lejano bachiller seguimos en contacto aunque sea para chismear o saber que fue de la vida de los maestros que aun siguen laborando con otros cursos, tal vez con la misma moralidad y valores tan limpios comparable con la educación de los japoneses.
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