«Andábamos por andar pero andábamos juntos»

«Andábamos por andar pero andábamos juntos»

Andábamos por andar pero andábamos juntos, juntos y de la mano o del brazo, o de una plática normal que sin esforzarnos la hacíamos extraordinaria, también andábamos en silencio pero con los pensamientos bien entrelazados, a veces nos descubríamos viendo lo mismo y en complicidad nos reíamos aunque nunca nos dijéramos lo que de «lo mismo» habíamos pensando. Andábamos en sintonía y malentendidos, cuerdos y locos, tristes, alegres, enojados, traviesos, eufóricos, enamorados, tontos, calientes, cansados, andábamos despacito y a veces rápido, andábamos por la banqueta, por las plazas, por los portales, por media Avenida Madero cuando algunos inconformes se estaban manifestando, andábamos por andar pero andábamos juntos, juntos y con el corazón intercambiado.

Maldigo esa tarde, nos encontramos en el café de las rosas y andábamos enamorados con todo lo que incluye eso, tomamos un par de cervezas y después caminamos por la Calle Guillermo Prieto hasta llegar a la Avenida Madero, yo quería cruzar los portales pero ella decidió que sería por Plaza de Armas, nos detuvimos unos minutos a ver la Danza de los viejitos, cruzamos la plaza y en la Cerrada Miguel Hidalgo estaban tocando música prehispánica yo le pregunte si quería un “gazpacho” con la intención de que dijera que sí y quedarnos a ver un rato como le pegaban a los tambores y entre saltos y gritos hacían la representación de un ritual al dios de la muerte o algo por el estilo, pero no quiso y me jalo por la Calle Allende, donde esta vez anduvimos en silencio y rápido, aunque en realidad esa calle no se prestaba para otra cosa (según mi parecer) que andar rápido y en silencio, (las zapaterías y tiendas de ropa, la plaza de la tecnología, eso en conjunción con banquetas pequeñas, calle angosta y tránsito de transporte público, compradores atolondrados, y transeúntes bobos hacían un caos) llegamos a la Plaza Valladolid con su gran fuente central donde era costumbre un cigarro, de ahí, caminamos por una calle que siempre olvido su nombre pero justo ahí la Avenida Madero Poniente se hace Oriente.

Yo andaba alegre y ella distraída y así anduvimos hasta llegar a la plaza de las tarascas donde inicia o termina acueducto (depende desde que inicio lo veas) yo quería andar por la calzada Fray Antonio de San Miguel, donde siempre nos deteníamos a besarnos a jugar con nuestras sonrisas y miradas o nuestras traviesas manos, donde aquella vez me caí por alcanzarte y te dio un ataque de risa que hizo que también te calleras por que donde te sentaste no tenía respaldo y te fuiste de espalda y las raspaduras y golpes nos duraron tanto como la risa al recordarlo, ese pasaje largo de cantera rosa abrazado por arboles desconocidos pero sin importarnos dejábamos que nos abrazaran también. Pero no quiso andar por ahí esta vez, en su lugar fuimos a un cafecito-bar que está en esquina Aquiles Cerdán con Avenida Madero aun Oriente, creo que se llama “el abrevadero” justo al pie de un pilar del acueducto y a unos metros del callejón del romance (que ironía).

Llego el mesero, ella pidió un café y yo una cerveza, hable mucho, demasiado en tan poco tiempo, decía cosas como: la importancia de cosas que no tenían importancia, como que un día la luna o marte o el fin de la juventud, del mundo, de un incendio llegaría pero para que pensar en eso. Llego una vez más el mesero, yo pedí otra cerveza y dos canciones y ella un vaso de agua. Seguí hablando, en verdad quería seguir hablando, no dejar ese espacio en silencio donde ella se escabullera con franqueza y me dijera – ya no quiero andar contigo – en verdad que quería seguir hablando…

“Me quede solo, solo con mi naufragio, justo antes de hundirme bajo la mesa, me ancle a la cerveza ya con el mar hasta el pecho, que se minaba por dentro, por todo lo dentro y que muy a prisa empaño mi mirada, la que ahora estaba sin ella y anunciando los últimos momentos, callando los últimos gritos, aceptando el naufragio, salió de mis ojos aquel mar salado.” (Escrito esa maldita tarde-noche)

La noche callo con muy poco sonido por las calles, una noche ensordecida como sin vida. Desde entonces ando solo y solo por andar, ando por las mismas calles, avenidas y plazas que antes pero ahora solo, ando buscándola cuando me ando perdiendo. Aun cuando cierro los ojos y me quedo quieto ando como loco con su recuerdo, con su aroma cada vez más lejano, con su silencio sin silencio en mi mente, ando con el cuerpo nostálgico, con los ojos, los dias y los labios nostálgicos, ando dolido, en verdad que ando mal, muy mal y lo que más me puede, es que después de eso, no se ni con quien, ni por donde andará.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS