Un tibio atardecer que refresca el acalorado día esas tardes esperadas al sentir el sol entre nuestros hombros, una tarde con un vientillo suave que acaricia la piel, esa tarde hermosa que te lleva a lugares en un andar cauto y sin prisa, en aquellas calles observas infinitos rostros infinitas personalidades e infinitas intenciones. Mientras caen las hojas de las copas de los árboles ante tus ojos de la hermosa avenida Libertad de Viña del mar

tu mente avanza y te lleva a lugares inimaginables, por esas calles corren penas, alegrías, sufrimiento, amor y un sin fin de estados humanos, esas calles que son caminatas con un pesar individual, testigos de las más grandes celebraciones y cómplices de tú último adiós acompañado de bellas y adornadas flores. Esas calles estrechas, largas, tierrosas y muchas sin salida callan y esconden los inicios de nuestro caminar, esas pisadas que sin duda tu mente supo cuidar cada andar hasta el final…



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