Harapos.

Sólo prendas harapientas.

Hacen frontera de un cuerpo que arrastra deseos insondables.

Vítrea la mirada, lánguidos pasos hacia ninguna parte.

Visitan los recuerdos, grávidos, tropeles que avanzan sin demora.

Son la cara de un espejo sucio, la tierra sabe que nos vuelve sucios, y las pesadas torres en la lejanía lo confirman, en las tristes horas del naufragio sólo resta bracear en el silencio.

Montevideo, enero 2018.

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