Mi viaje a la felicidad

Mi viaje a la felicidad

Naiara Tavira

04/09/2018

Hacía años que no me permitía el lujo de descansar un par de semanas, pero por fin había llegado el momento, el problema era que no tenía con quien. Todos ya tenían planes o simplemente no era lo suficiente importante para ellos. Pero no iba a desaprovechar aquella oportunidad, por eso cogí mis maletas, las llaves de mi golf y me puse en marcha hacia la cabaña del bosque que había alquilado. Tenía muy buena pinta por las fotos que había visto, iba pensando por el camino. Además no muy lejos había un lago. Pensé también en todo lo que haría, me daría un baño en la piscina, haría excursiones y por la noche abriría una botella de vino, no necesitaba a nadie para celebrar aquel momento. Pero algo inesperado pasó que me hizo cambiar totalmente mis planes. Fue aquella misma noche cuando al aparcar mi coche y bajarme dio la casualidad que Roger se cruzó en mi camino, el motivo: había salido a pasear con su pastor alemán. Parecía el típico «chulo playa» eso fue lo que pensé al verlo. Siempre me acordaré de aquel momento en que se le escapó la correa de su mascota y vino hacia mí. Tenía mucha fuerza tanto que me tumbó en el suelo. Fue ahí cuando cambié mi opinión con aquel chico, me ayudó a levantarme y se disculpó. Sabía que ese verano ya iba a ser diferente a lo que tenía pensado, se me vinieron un montón de planes a la cabeza conforme hablábamos de nosotros, fue una conversación muy fluida un dialogo iba llevando a otro y así nos pasemos al rededor de una hora, lo suficiente como para que oscureciese. Hasta que al fin me decidí y le invité a la que viera la casita.

-¡Que chulada! -me dijo mientras iba viendo cada uno de los rincones, pero todavía se sorprendió más cuando fuimos a la parte exterior y trasera de la casa.

-Espera, creo que están aquí.

-¿El que?

Pulse un botón y las luces de la piscina se encendieron.

Yo también me impresionó era mucho más bonito todo aquello de lo que imaginaba. Mi nuevo amigo se quitó su ropa sin importarle quedarse en calzoncillos y yo… yo estaba cortada por lo que decidí no ponerme el biquini. Pero tras insistirme e insistirme no consiguió que me lo pusiera pero si meterme en el agua, le dio absolutamente igual que estuviese vestida. Y yo me iba a enfadar por ello pero de repente me quedé mirando su sonrisa y sin duda era lo mas bonito que había visto hacía mucho tiempo. Porqué iba a estropear ese momento? realmente tenían tanto valor aquellos trapitos como para acabar de malas maneras la noche? No, «sonríe todo lo que puedas», me dije, así que simplemente le hice una mueca para después decirle que se la devolvería. Eso me gustaba le iba a ver mas veces si aceptaba, y su contestación fue: Que quizá en mis sueños si que pudiese.

Nos despedimos y me fui a la cama con una sonrisa de oreja a oreja, no era guapo, era guapísimo, además de estar fuertote. Cualquier chica soñaría con pasar una noche como la que había tenido yo.

Ya al día siguiente esperé a que viniera a buscarme, y lo hizo pero con un detalle que había pasado por alto. Vino con un grupo de amigos, en el que habían dos chicas y tres chicos contándolo a él. Me los presentó a todos y jugamos a las cartas. El se sentó a mi lado todos parecían muy simpáticos menos Aida que parecía muy observadora conmigo. Intenté no decir nada inapropiado o de mal gusto, Realmente estaba incómoda por la situación de que no sabía nada de nadie. Después fuimos paseando por el bosque con la única luz de las linternas del móvil. y cuando estuvimos en el lago, lugar que esperaba visitar en otras circunstancias nos sentamos.

-Todo es maravilloso -dije yo un poco desconcertada en verme en aquella situación.

-No, no lo és, falta un pequeño detalle

-Cual? -dije yo

-A esto le falta algo.

-¿como por ejemplo?

-Una pequeña hoguera

Roger enseguida buscó por su alrededor tronquitos pequeños y se puso manos a la obra. Tuvo que dedicarle mucho tiempo hasta que al fin se encendiese. Mientras yo… yo me quedé al lado de Aida. que ahora parecía tener mucho interés en conocerme. Y después de una pregunta me hacía otra, así hasta saber mas de vida de lo que me hubiese gustado. Pero nos interrumpió Roger.

-Puedes venir un momento. -Me dijo algo serio

-Claro, -me levanté y le seguí.

-¿Supongo que te preguntarás quién es Aida verdad?

Asentí con la cabeza.

-Tuvimos una aventura hace años, es la hermana de mi mejor amigo.

-Ya… entiendo… pero yo no he venido a molestar, entiendo que tengas tu vida, yo solo estoy de paso.

-Sabes tus ojos me dicen que te gustaría quedarte para siempre.

Agaché la cabeza y pensé lo que sería volver a la normalidad, no me apetecía nada la verdad.

Sin ganas de seguir hablando volvimos con la resta del grupo. Los veía felices, llenos de vida, cantaban y bromeaban. Por eso al día siguiente decidí volver a mi ciudad, no porque me sintiese incómoda allí, simplemente me haría mas daño quedarme y tener que despedirme de todos ellos especialmente de Roger.

Dos semanas más tarde me arrepentí y volví al lugar donde pasamos la última noche. Le había escrito una carta, pero no sabía donde vivía por eso la dejé debajo de una piedra donde habían rastos de la hoguera.

Así es como 2 años más tarde cuando abrí el buzón me llevé una sorpresa. Era él, y en la ultima frase me escribió lo siguiente.

No había vuelto a ir al sitio por no recordarte.

Fue así como volví una vez más, pero esta vez para quedarme.

FIN

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