Se levantó queriendo volver a la cama. Se vistió y salió. Sus amigas la esperaban. Ella no quería ir, pero se dijo para sí que lo tenía que hacer. Se puso sus gafas de sol y caminó firme. Ese día no quería tener nada que ver con el mundo.
Caminando mirando hacia abajo como su autoestima lo indicaba, decidió levantar la vista, y allí estaba él. No le dio tiempo a nada, lo tenía a unos centímetros de ella. No supo que decir. Todos los recuerdos pasaron por su mente. Él sonrió y a ella se le vino el mundo abajo. Más abajo.
No escuchó ni la mitad de las cosas que le dijo la amiga que lo acompañaba. Ellos solo se miraron. Ninguno se animó a decir nada. Eran dos desconocidos que se conocían muy bien.
Ella siguió de largo, mirando a cada una de las personas que se cruzaba por si algún día alguna de ellas volvía a ser él.
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