Era tarde ya, mi madre me reñía por dejar para último minuto el empacar mi ropa. Iría a algún lugar desconocido con unos desconocidos. Ya era hora, termine de asegurarme por quinta vez si llevaba todo. Salí de casa y un auto grande me esperaba, subí y salude a los viajantes, amigos durante esta travesía. Empezamos lento, paramos a comer y seguimos, solo se veía en la carretera árboles y cielo, hablaban sin parar en el automóvil y yo deseaba regresar. Lo más bonito de un viaje es que te hace extrañar el hogar. Pasamos muchas casetas hasta que el desconocido paro, bajamos y vimos un gran cañón, era bellísimo, árboles y roca. Creo que al describirlo como es no da una gran impresión, eso es seguro. Ninguna cosa bella lo es por sí misma, todo está en la percepción, si tuviera cuatro años no tendría que ir más allá del patio de mi casa y vería todo como ahora veo el Cañón del Sumidero. Los desconocidos se me acercaron, me pidieron que les tome fotos y que me tome fotos. Se supone que yo debía estar disfrutando el viaje y el desconocido mayor no entendía porque no sonreía. La nostalgia de mi familia seguía presente, no había pasado mucho desde que los deje pero me daba unas inmensas ganas de regresar a los brazos de mi madre y decirle <<Nunca más me iré de nuevo>> pero eso sería mentira porque al fin y al cabo por su culpa tengo esta doble vida donde en vacaciones de verano o de Invierno tengo que salir y disfrutar con este desconocido y su familia o como a él le gustaría ser llamado: mi padre y su familia. Seguimos por nuestro viaje, comíamos y bebíamos, descansábamos y hacíamos. Mi padre disfrutaba de librarse del trabajo y yo, al cabo de unos días disfrutaba de su compañía. Me divertí al subir por edificios antiguos, me divertí al ver la cara de emoción de mi padre por disfrutar vernos felices, me enoje mucho con él por tonterías pero disfrute el viaje, fue precioso dormir bajo la luna, compartir canoa con mis hermanitos, fue hasta cómico ponerme una mascarilla de barro y burlarme de los demás al hacerlo. Conocí y comí. Camarones, picadas, memelas, quesadillas, carnes y un poco más. Pero todo lo bueno termina cuando empiezas a disfrutarlo más. Al dormir recuerdo todo y sonrio. Mi padre murió, ha muerto ayer, lo vi morir en una mirada. Él no quería dejarme en la puerta de mi casa. El quería seguir viajando conmigo y yo quería seguir viajando con él. Al fin llegue a mi hogar pero al entrar me sorprendió ver a unos desconocidos.
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