Era lo que me decía cada vez que aquella bestia abusaba de mi inocencia y buena fe.
Aguanta el aire, no te rebajes a su nivel, eres más fuerte de lo que crees.
Pero esa cara de imbécil y esa voz de gilipollas que me toca ver cada día me daban ganas de pegarle con todas mis fuerzas, por todo lo que me estaba haciendo pasar.
Era algo superior a mí, su entera presencia hace que odie seguir con mi vida. Pero no podía hacer nada para evitarlo, era más fuerte que yo. Me había alejado de todas mis amistades de toda mi familia. ¿Cómo podría luchar ante aquel monstruo?
Me entraron ganas de acabar con todo y hacerle pagar todo el dolor que me había producido durante tanto tiempo. Pero como hacerlo estando sola en este mundo tan grande, sin nadie a quien acudir.
Nadie debería sufrir como lo hice yo, aunque mucha gente lo sufra en silencio.
Así es como recuerdo aquella tarde, aquel día en el que toda mi vida cambió, el día en que mi vida cambio de rumbo.
*flashback*
Al llegar a casa, lo vi salir del comedor sin camiseta tan solo con una toalla en la cintura. Se acercó para darme un beso y acto seguido subí a la habitación para estudiar guitarra. Tan solo volver a sentir su presencia cerca de mí hacía que se me helara la sangre, así que subí rápidamente a la habitación para encerrarme lejos de él.
Entre y me puse el pijama para estar más cómoda. Saqué la guitarra de la funda y me senté en la cama para ponerme en una posición cómoda.
Pasó el rato y escuché sus pasos como subían por las escaleras. Al abrir la puerta se quedó ahí plantado mirándome llevando puestos tan solo unos calzoncillos, se acercó como si nada y se sentó a mi lado para darme clase, ¡dios que situación más tensa! Sabía lo que me estaba proponiendo y esta vez no iba a ceder, me hice la dura y me dispuse a seguir mirando las cuerdas de la guitarra.
¿Que se suponía que debía hacer? ¿O seguirle el juego para salvar la vida otro día más?
Lo intenté con todas mis fuerzas, intenté no volver a caer en su diabólico juego, pero, el mal nacido, decidió colocarse detrás de mí y cogerme de la mano para enseñarme donde estaban los acordes que debía tocar.
Todo parecía ir bien hasta que empecé a sentir algo duro que crecía rozándome la espalda. Ya no sabía qué hacer ni sabía si el muy capullo lo estaba haciendo a posta.
En un momento me dejó tocar otra vez, sola, los acordes mientras con su mano derecha intentó quitarme el pantalón. No podía volver a caer en sus garras, no otra vez. Me giré y le dije que no, yo no estaba para eso. Estaba aprendiendo y no me joderia la vida de nuevo.
Las personas cambian y puede que los humanos siempre caigamos con la misma piedra dos veces, pero esta vez iba a esquivarla para siempre. Así que guardé la guitarra y me fuí en dirección a la puerta, sabía que si salía por aquella puerta no habría marcha atrás. Pero sinceramente, quería que no hubiese marcha atrás.
Fuí a salir de la habitación, cuando de pronto él se entrometió en mi camino, cerrando la puerta. Intenté apartarlo, pero él fue más rápido y me tiro con fuerza al suelo. Rápidamente se echó encima de mí, sus manos me bajaban el pantalón. Me resistí, como pude, utilicé toda mi fuerza para sacarlo de encima. Dejé la guitarra y me levante rápidamente para abrí la puerta, pero por desgracia me atrapó antes de que pudiese conseguirlo, le golpeé como pude y al hacerlo este sacó un cuchillo y lo acercó a mi cuello. Indefensa, ante mi agresor, tan solo pude doblegarme ante sus peticiones para salvar la vida. Las lágrimas brotaban de mis ojos.
Quizá lo hubiese conseguido, pero ya no podía doblegarme más ante él. En cuanto pude moverme cogí el cuchillo y se lo clavé con todas mis fuerzas en el estómago. La bestia cayó al suelo mal herido. En aquel instante pude escoger dejarlo allí y salir corriendo o, acabar con su miserable vida.
Si estáis leyendo esto entonces sabréis que escogí la segunda opción y acabe con el trabajo, clavándole una y otra vez el cuchillo por todo el pecho, una puñalada por cada día que me esclavizó y me doblegó a ser una simple muñeca de trapo.
Salí de casa, contenta con lo que había hecho, feliz de liberarme de él. Pero la felicidad no dura eternamente y en pocos días la policía me detuvo por mucho que aquel mal nacido me hubiese destrozado la vida.
*fin del flashback*
Supongo que cuando alguien decide cruzar la línea y arrebatarle la vida a otra nunca piensa en las consecuencias que esto conlleva en el futuro. Hay gente que lo hará por defensa propia como lo hice en su momento, pero hay otra que seguirá haciéndolo por mera satisfacción. Cuando una persona mata por primera vez no es fácil revertir la sensación de poder que conlleva esa acción.
Desde aquel día mi sed de sangre ha ido en aumento y aunque conseguí librarme de aquel asesinato por argumentar defensa propia, dudo que consiga librarme de todos los que van a llegar.
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