El Viaje Absoluto

El Viaje Absoluto

Abel Viotti

07/09/2018

Desciendo.

El sonido de la gravedad de mi cuerpo excede los bullicios bajo mi espalda. El cielo se aleja de mí, inalcanzable. La presión del aire es intolerable, quiero gritar y no puedo. Mi corazón estallará antes de cruzar el umbral del abismo, lo sé.

Se presentaron los brazos largos de mi padre y sus estruendos, se presentaron lágrimas en el rostro de una versión más joven de mi madre. Los alumnos de sexto grado me golpearon en el recreo y no supe cómo defenderme. Siempre la miraba a ella, todos los días, en todas las clases, y le parecí raro y de mi carta todos se rieron. Sentado solo, caminando solo. No supe ser alguien más. Cortes, llanto, y mucho silencio.

Tantas palabras que no dije, tantas cosas que hice mal. No quiero ser alguien más, quiero volver a ser yo, pero tomar decisiones diferentes, determinarme, exigirme, ser quien debí ser.

Amor obsesivo, amor y traición. La huella estaría siempre presente. “Ser bueno no funciona” dijeron; “no seas tonto” dijeron. En mi trabajo se aprovecharon de mí y no supe cómo defenderme. No era nadie para exigir respeto. No era nadie para creer que podría irme bien en la vida. Sueños rotos. Segundas oportunidades. Amor mezquino, traición y desamor. Mis brazos se volvieron largos. Socavé mis afanes de felicidad en cada ocasión. Profané mis sueños y me devoré. Soy los abusadores a los que di lugar, soy la maldad que recibí.

Desciendo.

La ilusión se rompe, el cielo se apaga y el viaje termina.

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