Nací en un pueblito entre Cundinamarca y Tolima; mis padres me colocaron el nombre de Ángela, estudie en el colegio departamental desde primaria hasta el bachillerato. A los diecisiete ya estaba lista para empezar una carrera profesional, me postule para ingeniería industrial en una universidad pública; como fui admitida, tuve que viajar a la ciudad de Bogotá para dar inicio a mi carrera.

Lo que más me dolió fue dejar a mi mejor amigo Carlos, que vivía en el campo y estudiábamos juntos; para desplazarse al pueblo lo hacía muchas veces caminando. La noche que lo vi por última vez estaba aburrido y confundido. Tenía que trabajar duro en la finca para ayudar a sus padres; abandonarlos no era lo indicado, pasó a ser hijo único cuando su hermana gemela murió de muerte súbita al nacer. Luego, él se mordió sus uñas y se rasco la cabeza; me suplico que no me marchara, pero desconocía su forma de ser; lo abrace para tranquilizarlo y lo anime un poco diciéndole que estaríamos comunicándonos.

Después se despidió, me deseo suerte; con una agradable sonrisa subió a su moto y se marchó.

Llamaba seguido a mis padres y a Paty mi amiga del pueblo; aunque extrañaba a Carlos, nadie me daba razón en donde estaba; lo último que supe es que se fue al ejército como infante de marina en Cartagena. Le escribía cartas y lo llamaba a la base militar, pero nunca me respondía de ningún modo.

Tres años después, quise volver a mi pueblo, pero por cosas de la vida, estaba trabajando en el horario de lunes a sábado. Una tarde, por estar corriendo, pise mal un escalón; quedando atorado mi tacón y a causa de esto se desencajo un tobillo; el médico lo reviso y me dejo el pie enyesado. Me ordeno usar muletas para desplazarme. Mi madre me acompaño un tiempo y le preguntaba por Carlos, pero ella decía no haberlo visto.

A pocos días para finalizar mi carrera recibí una misteriosa llamada, se escuchaba a alguien respirar y no me hablaban, al no tener respuesta corte la llamada.Más tarde Salí a comprar algo, cuando en la puerta del edificio, un Doberman enorme negro ladraba y luego me observaba. Le dije al portero que ese perro estaba sin correa, que me atacaría, y cuando lo señale, el animal había desaparecido; tenía miedo que sentía un frio raro en mi cuerpo. Atónita regrese a mi apartamento sin mencionar lo sucedido a mi madre.

Cuando termine mis estudios, regrese a mi casa en un ocho de diciembre; sentí tristeza por tanto recuerdos, aunque el pueblo irradiaba alegría en sus calles y se escuchaba la pólvora sonar por sus alrededores.

Agotada por el viaje, descargue mi maleta; solo quería beber algo frio, saque de la nevera jugo de maracuyá y bebí un poco. Mama a lo lejos decía que Patricia me necesitaba, Salí deprisa a buscarla y ella ya venía a mi encuentro; nos saludamos y cruzamos unas palabras. Se veía triste, pero al verme se alegró un poco que hasta me felicito. pasado un rato, me invito hablar a un parque cercano.

Con la voz entrecortada me dijo: que tenía que decirme algo de Carlos, pero que no la interrumpiera, porque tenía afán. Su esposo que enojaba si ella se demoraba, sorprendida le dije: adelante la escucho…

Los padres de Carlos habían desparecido hace seis meses, según contaba una vecina, que vivía en la vereda la Flor; también añadió que Carlos regreso en un lujoso carro Y tuvo que decir su nombre por su aspecto desconocido; se veía elegante por su forma de vestir. La vecina pregunto que si el, se había ganado la lotería; pero serio le cambio el tema. Les entrego volantes a todos y les pago para que los repartieran por todos los alrededores, donde ofrecía una jugosa recompensa a quien supiera el paradero de sus padres.

Carlos se casó con una mujer de la alta sociedad. De luna de miel viajaron a costa azul, en Francia, allá se empezó a enfermar; allí empezó a tener alucinaciones en todas sus comidas y bebidas decía: que en todos sus platos aparecían coágulos de sangre. Ella preocupada decidió regresar a Cartagena y llevarlo al doctor. Allí le recetaron pastillas para la ansiedad; lo remitieron al psicólogo el cual receto otra medicina más fuerte que lo mantenía prácticamente dopado.

Tuvo una leve mejoría, pero su descompensación física no dormía, ni podía caminar; por la falta de alimento. Empeoro tanto que no tenía fuerzas para ir a su trabajo. Una mañana su esposa lo intento despertar; pero había fallecido en medio de su sueño.

En su mano empuñaba un pedazo de papel, con un plano donde también, confesaba que él había asesinado sus padres. Todo fue tomado como prueba para seguir la investigación; lo entregaron a las autoridades. La viuda del fallecido la tildaron de sospechosa, también, se rumoraba que Carlos había sido envenenado, Otros especulaban que el muerto había hecho algún pacto, o pudo ser algo con brujería.

El plano fue enviado acá al pueblo, un oficial se encargó del caso, mando personal policial y de criminalística a la vereda la flor; de acuerdo a lo que indicaba el plano a mil metros de una vivienda rural. De propiedad de Alfonso Álvarez T y Sofía Alvares t. se hallaron dos cuerpos en posición fetal en una misma fosa, estaban en avanzado estado de descomposición; no aparecieron evidencias de más agresores; las dos personas dormían y fueron halladas muertas por asfixia mecánica, luego arrastradas hasta un árbol; donde con un cuchillo de cocina atravesaron en repetidas ocasiones sus torsos y por ultimo lanzadosa un hueco.

Se comprobó que los padres de Carlos eran hermanos y, que la última voluntad de él, fue ser sepultado al lado de sus padres, también; se comprobó que la viuda era inocente.

La viuda estuvo en el cementerio enterrando a su esposo junto con sus padres, luego regreso a Cartagena retomando su vida.

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