Nunca mientras el ahora, el mañana o el ayer. Nunca. Hoy: Dies irae
Un sol negro que alumbra en la oscuridad del ojo humano interrumpido, desaparece. Ahora de nuevo el sol es blanco, y con su color, de inmediato, recuerdo la negrura de aquel otro sol, la deseo en realidad. Intervengo la completa penetración de luz al ojo humano y está: la vida del recuerdo incandescente en un sol negro, que absorbe la vista y enmudece, hasta la nulidad, la imagen; porque no confía en la luz, por aquello referente a su materialidad.
Todo está íntimamente relacionado
En la intimidad estática y silenciosa de un bus se descubren las miradas entre sí, se encuentran y por pena protocolaria huyen. Es un juego de curiosidad y miedo: dejar la mirada en el otro y desprenderse secamente, y al hacerlo decir con ella misma (la mirada ahora interceptada): ¡Lleva!; y dejarla mirada en la otra y desprenderse secamente -no tanto como debiera-, y al hacerlo decir con ella misma (la mirada ahora intimidada): ¡Lleva! Mi indiferencia hacia todo aquello se minimiza, y encuentro tediosa mi labor de expectante-actor. El sudor del sudor en los rostros de la gente humedece el ambiente, alcanzo a sentirlo, ese sofoco exasperante de las tres de la tarde, el vaho exhausto del muerto que no quiere aprender a ser muerto por el amor nostálgico a la vida. La situación se me presenta censurada ya, televiciada, al punto de sonsacarme con brusquedad impaciente al cristal sucio y transparente que es única salida para quien no quiere salir.
Proyección por abstracción de la visión por la sensación
El observador altera lo observado. Desde el claustro rodante la mirada se empecina en ser fuera de sí. La figura de una mujer aparece en la azotea de un edificio, la dama se esconde pero en seguida regresa a su sitio. Ella, en consciencia, está divisando el paisaje.
(Con frecuencia lo observado es en su esencia un vacío inmerso en un dilema de no-existencia y la posibilidad de existir, a lo cual la conciencia tiene derecho a darle vida; vida que está en la dualidad de ser como materia o como onda. Dada en materia adquiere forma y es visible así, en bruto; esparciéndose como onda se transmite de manera sublime a la percepción no solo de manera concepto-visual).
Ella, en conciencia, está divisando el paisaje; yo, en conciencia la diviso a ella, pero aún más que eso, diviso también ese paisaje que ella divisa. El recuadro obliga la re-transmisión de sensaciones. Al acto. Viéndola dejo de verla, y muy en favor, siento lo que debería sentir alguien que divisa el paisaje de cara al cielo. La memoria intrínseca de la carne.
Otra luz afuera recuerda el movimiento. Como el humo entre las nubes, va desapareciendo la sensación, la dama se desvanece y la ilusión de la penumbra se hace visible, dejándonos a mí y a nadie más que a mí, de nuevo, en la suspensión, flotando como mera inteligencia en los colores de la nada.
El recuerdo camina entre la gente de allá afuera, se sonríe del simbolismo del que se vale la ilusión para ser realidad. Sucede de nuevo. Quizá prefiera no seguir viendo, pues la sensación que ahora produce el ejercicio de abrirse a la percepción es triste. Y dejo la mirada tendida en un andén decolores, y efervesce la alegría en mis manos. Fuerzo el arrobamiento. Ante el esfuerzo me pienso y digo: alguien besará tus parpados cuando estés dormido.
Bajo del bus casi que huyendo, pero no termina el episodio. A la distancia un desecho más del capricho es arrastrado con ternura junto a un tumulto de hojas secas, flores amarillas y rojas, por un suspiro de la realidad, aquello me recuerda el sabor de una sonrisa trasnochada entre besos. Y entre quejíos que luego dejaron de ser, noté la ausencia, la trampa de la luz, la vida entre ilusione;, entonces recordé, y medité, y concreté: no somos ni más ni menos que, ventanas del alma universal por donde transita la vida, murmullos de miradas enamoradas y abrumadas por donde se fuga la existencia, el ardor de la candoluminiscencia del ser que procrea de mirada en mirada.
La cruz del ojo que no quiere ver su hastío proyectarse, la cargo con ahínco; y en la jaula oscura y de puertas abiertas silbo melodías que recrean la lejanía, horizontes que no son de por aquí, y orino en los pies de los temores que asedian la magia solo por incordiar con ellos, porque no los soporto, porque en descuidos menores me he visto imposibilitado, y es que todavía traigo conmigo mucha poesía como para concordar con este mundo tan mierda; y es que por más mierda que haya no sé cómo harán para sacar de mi tanta poesía, que es lo único que aún me permite vivir.
OPINIONES Y COMENTARIOS