Cada vez que nos encontramos

Cada vez que nos encontramos

El solo pensar en lo que tardamos en encontrarnos, lo mucho que destruimos para llegar a la cima, como lloramos desconsolados, la manera en la que nos rendimos y seguimos caminando hasta volver a mirarnos.

Eran las 2:30 de la tarde, en ese entonces solía quedarme en casa acostada en el sofá y pensar en las cosas que debí hacer pero no hice, entre ellas no salir aquel 12 de junio, porque si lo hubiera hecho tal vez las cosas hubieran sido más fáciles. Aquel 12 de junio decidí ir a buscar un poco de comida instantánea al supermercado que quedaba al frente de la construcción que en ese momento llamaba hogar. En el momento en el que nos vimos por primera vez yo llevaba un yoger, una camisa realmente grande que me lleva hasta por debajo de las rodillas, y unas medias con unas pequeñas sandalias; en cambio tenias un elegante traje color rey, tu pelo con gel echado a un lado, me pareciste simplemente un cretino, asi que me dedique a mirarte de reojo una ultima vez y pensar “Que hace un tío como el en un lugar tan sencillo como este”, pague mi sopa de pollo instantánea y me fui, dejando tu imagen como un simple recuerdo.

Dos años después de aquel efímero encuentro, te vi de nuevo en las noticias, habías sido arrastrado por posesión de drogas, si soy sincera cuando apareciste en aquella diminuta televisión, era muy diferente a como te habia visto en aquel supermercado, tenias los ojos realmente rojos y parecía que no hubieras dormido desde hace semanas, el tipo de persona que pasa de largo en tu vida, que no quita ni da nada a esta.

Estaba realmente equivocada porque no pasaste de largo en mi vida, dejaste una gran huella en esta. Porque me hiciste el tipo de persona que no se corta el pelo para no poder ver las cosas feas de la vida, el tipo de persona que se ríe de todo aun asi no sea gracioso, el tipo de persona que disfruta la diminuta vista que tiene sobre la vida, el tipo de persona que escucha música por no querer escuchar las ofensas, me dejaste ver la mejor parte de mí. Pero en aquel momento daba exactamente lo mismo, porque era más importante seguir con mi vida y apagar el televisor, que seguir conociéndote de a poquitos, de pequeñas coincidencias.

La tercera vez que tuve la oportunidad de recordarte fue cuando decidí hacer algo más productivo los fines de semana, pero no fue un fin de semana cualquiera, era uno realmente especial porque era el día en el tiempo pasaba más rápido para mí. Me encontraba en una cafetería escondida en la gran ciudad, tomando un capuchino descafeinado, sentada en una mesa para dos mientras jugaba con los pies con la silla de al frente. No me percate de tu parecencia hasta que un alarido salio de tu boca, al parecer habia tumbado la silla y habia caído en tu pie.

—¿Cual es tu maldito problema?—No pude contestar, porque estaba retorciéndome de la risa, siendo victima de un encuentro planeado por el destino

—¿Que cual es mi problema? Fue solo un accidente, amargado, lo siento ¿Vale?—Intente sonar lo más sincera posible pero la sonrisa picara en mi rostro decía lo contrario

—No me basta un lo siento, deberás recompensarlo de otra manera—Me exigió aquel amargado mientras recogía la silla y se sentaba enfrente mio—Invitame un café, asi sabre que de verdad lo sientes

—¿Disculpa? Acabo de decirte que lo siento creo que eso es suficiente, pero esta bien te invitare un café

Nos pasamos un par de horas conversando y llenándonos de café, e inevitablemente de amor, bromeamos un rato, nos miramos un rato y nos separamos al rato. Siguiendo el largo camino que nos esperaba hasta encontrarnos de nuevo, pensando en los pequeñas lloviznas que caian sobre nuestros ojos antes de poder esbozar una sonrisa. Pero no lo sabíamos en esos momentos, porque solo importaban las palabras que intercambiamos antes de seguir nuestro camino ”Lo siento pero no tengo dinero para pagar los cafés, esta vez pagas tu, la próxima vez podre disculparme”. Y te deje ahi, en aquel café, aquel 1990.

No volvimos a hablarnos durante unos meses, porque según tu soy ” una persona difícil de encontrar”, o eso fue lo que me dijiste cuando te encontrabas en la entrada de mi casa a mitad de la noche, yo tenia puesta la misma ropa que tenia cuando nos encontramos en aquel supermercado en 1987, y tenias aquel traje azul rey, me dejaste sin palabras, pero era necesario que hablara en esos momentos porque me habías preguntado si quería tener una cita contigo.

—No creo estar prepara para una cita en estas pintas, ademas apenas y te conozco

—Creo que la idea de las citas es conocerse

Bueno cabe decir que nos llegamos a conocer muy bien, fueron más 5 citas las que tuvimos ese año. Pero creo que a pesar de haber estado contigo durante un tiempo, jamas llegue a conocerte, bueno o eso pensé cuando volviste a aparecer en la televisión, cuando volviste a prisión. Debo reconocer que pensé que seria el fin de este recorrido, hasta que te comunicaste conmigo.

Junio 12 de 1990

Querida Ana:

Lo intente de verdad que lo intente, pero no logre de ser del todo adicto a tu amor, creo que no fue suficiente el tiempo que pasamos juntos, pero te lo agradezco. Porque tu bella sonrisa intento recuperarme, los peque;os secretos que intercambiamos me hicieron sentir bien, pero repito no fue suficiente, porque de algún modo el pensar que todo iba a terminar hizo que no me recuperara. Aun asi tengo el descaro de pedirte que te quedes conmigo y juntos lleguemos al final de este recorrido.

Con amor Adam.

Ese año recibí muchas cartas de tu parte, las cuales nunca contestaba porque estaba demasiado ocupada pensando en el momento en el que nos volveríamos a encontrar

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