Las vacaciones habían finalizado. El rostro de Bruno reflejaba alivio, hacía ya varios años que le resultaba tedioso tener que permanecer un mes con su familia en la costa Atlántica, pero los niños lo necesitaban y lo disfrutaban y él quería ser un buen padre. Por ese motivo soportaba a Malena, su esposa, una mujer sumisa y obediente, con quien tenía una relación fría y algo distante, pero trataban de respetarse mutuamente para que sus hijos creciesen con la imagen de una familia unida.

A las nueve de la mañana llegó a su empresa, y cuando abrió la puerta notó que Sofía, su secretaria, no se encontraba en su puesto de trabajo. Se dirigió a su despacho e inmediatamente llamó a Tibaldo, el jefe de administración y su persona de confianza:

–¿Dónde está Sofía?

–Sofía renunció a su puesto en la empresa. El viernes recibimos el telegrama. –respondió Tibaldo un poco nervioso.

–¿Qué? ¡Qué me estás diciendo, pedazo de inútil! ¿O acaso no sabés lo que significa Sofía para mí?

–Sí, ingeniero. Se despidió lo más bien cuando se fue de vacaciones. Dijo que se iba a Chile con su familia, pero no regresó. La llamé en varias oportunidades y no contestó. Fui al departamento donde vive con su mamá, bueno, vivía, porque me dijo el portero que se mudaron antes de fin de año. Y el telegrama, ingeniero, lo mandó desde Méjico, ¡de la misma ciudad de Méjico!

–¡Esto es increíble! Comunicate con la agencia de investigaciones para que comiencen a trabajar ¡ya!y la encuentren. Quiero saber todo. ¿Me entendiste?

Bruno quedó totalmente desconcertado. No esperaba que Sofía se comportara de esta manera con él, todo lo contrario, pensaba que lo amaba, que lo admiraba, que deseaba que regresase pronto para poder estar juntos nuevamente y disfrutar de ese amor con intensa pasión, como lo habían hecho durante tres años; pensaba que Sofía sentía por él, lo mismo que él que moría de ansiedad por regresar de las vacaciones solamente para verla.

Pasaron los días y Bruno ya no era el ingeniero entusiasta y lleno de fuerza y vitalidad; se lo veía algo abatido, melancólico, su rostro rígido, endurecido. No le llegaban noticias de Sofía. Mientras leía informes, revisaba presupuestos y observaba planos, sonó su celular:

–¡Augusto! ¿Cómo estás, amigo? –contestó Bruno.

–Te llamo porque mañana es mi cumpleaños y mi mujer está preparando una pequeña reunión de amigos. ¿Cuento con ustedes? –preguntó su amigo.

–¡Sí! por supuesto.

Los invitados comenzaron a llegar. Los hombres se conocían del club de golf. Se ubicaron en el living y comenzaron las charlas mientras descargaban botellas de buen vino. Las mujeres más bien cuchicheaban en voz baja. Cuando Graciela, la anfitriona, logró estar a solas con Malena le pasó la última novedad:

–¿Te enteraste lo de Germán? ¡Fue terrible! –lanzó Graciela a Malena, su amiga más íntima.

–¡No sé nada! ¿Qué pasó con Germán?

–¡Murió! ¡Le dio un paro cardíaco mientras estaba esquiando en Aspen! ¡Quedó frito! Imaginate lo traumático que fue para la familia. Viajes. Trámites. Trasladar el cuerpo. Ayer lo sepultaron.

Malena quedó en estado de shock. Germán había sido su amor, el que le había hecho recuperar las ganas de vivir, el que la envolvía en un abrazo vibrante y le hacía el amor como nunca otro hombre lo había hecho. Y ahora estaba muerto. Se dirigió a la cocina y se desplomó en una silla. Le temblaban las manos y las lágrimas le comenzaron a recorrer las mejillas. Graciela entró y al verla se preocupó :

–¡Malena querida! ¡Tenés que recuperarte amiga! No sé para qué te lo conté. Vamos al baño a arreglarte un poco esa carita. Por favor Malena, tenés que ponerte bien porque sino Bruno se va a dar cuenta. –dijo Graciela.

–¡Me importa un cuerno Bruno! Con Germán estábamos planeando irnos a vivir juntos al regreso de las vacaciones. Él estaba loco de amor por mí y yo por él. Nunca podré superar esta pérdida, y jamás otro hombre me tocará un pelo, ni siquiera Bruno. ¡No puedo soportar este dolor! Mi corazón está unido al de Germán y nadie se atreverá a interponerse en este amor. ¡Ni la mismísima muerte!

Transcurrieron los días, las semanas, Bruno y Malena continuaban inmersos en sus cuestiones emocionales, cada uno en su mundo, tristes y abatidos, sin saber uno lo que le acontecía al otro. Una mañana, mientras Bruno trabajaba en su despacho, ingresó Tibaldo, el jefe de administración y lo sorprendió con una noticia :

–Ingeniero, me informaron de la agencia de investigaciones que localizaron a Sofía y me dieron datos certeros : Ocurrió que el año pasado se contactó con un ex novio que vive en Méjico y al principio comenzó una relación virtual hasta que ella decidió viajar y se reencontraron; al mes se casaron y ella quedó embarazada; están esperando un hijo. No sería posible ni conveniente hacerla regresar a Buenos Aires, me parece ingeniero ¿Usted qué opina? –se explayó Tibaldo.

Bruno se tapó el rostro con sus dos manos y permaneció unos instantes en esa posición. Tomó aire, pegó un resoplido hacia arriba, y respondió :

–¡Sí! Está bien Tibaldo. Sofía es un tema acabado. ¡Ah! Por favor, comprame dos pasajes de avión para Malena y para mí para el próximo fin de semana. Nos iremos al norte de Brasil, a Fortaleza podría ser, a ella le gustan las playas.Ya es hora de que pongamos las cosas en orden en nuestra familia.

–De acuerdo ingeniero, ya mismo me ocupo.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS