I
El día sucedía a la noche y ésta al día. Los viejos del pueblo, nuestros ancestrales abuelos, nos iban contando historias que habían sucedido tiempo atrás, señalando hacia la sombra de los cerros.
-Allá está la pirámide de nuestros orígenes, debajo de ella el cenote sagrado, allí ocurría el sacrificio de niñas de 13 a 15 años. Sus corazones eran lanzados al agua sagrada para agradar a los dioses. Allí también, los ganadores del juego de pelota eran sacrificados para ascender a los cielos, como siervos apreciados de los dioses.
-¡Chinkultic! cenote escalonado
Respondían nuestros abuelos cuando queríamos saber lo que, significaba, el nombre de nuestro pueblo.
¡Chinkultic! ¡Chinkultic!
En coro exclamábamos ante la melodía de aquel nombre.
La selva se fue comiendo piedras y techumbres. Los dinteles cedieron, colapsando ante el peso de los árboles.
La noche llegó después del esplendor de hombres y guerreros, sacerdotes que hincaron los dientes a los humildes, cayó la eterna sombra y todo aquel universo se cubrió de oscuridad.
II
Recorrimos palmo a palmo la zona arqueológica. Los ocho nos movíamos de uno a otro lado tratando de arrancar a las piedras la razón y la verdad. Asentíamos con leves movimientos de cabeza al escuchar a nuestro guía. Nos deteníamos para observar cuidadosos al horizonte, disparando a diestra y siniestra cámaras y videos.
Subimos por una larga y rústica escalinata hasta asomarnos desde lo más alto de la pirámide, conocida como necrópolis, hacia abajo, descubriendo la maravilla del cenote. En una de las paredes del cenote, una descomunal escultura labrada en la roca.
El guía señaló la escultura y de nueva cuenta los disparos de las cámaras.
-el cenote sagrado. Dijo entonces nuestro guía.
Agregando después
-Allí reposan los corazones de las niñas y de los jugadores, ganadores del juego de pelota.
Y después de aquella explicación los ocho volvimos sobre nuestros pasos, en silencio.
III
Chinkultic se quedó a nuestras espaldas, olvidado en el fondo de nuestra memoria, y de nuevo, cubierto en la oscuridad y en las sombras. La ciudad, de nueva cuenta se encargó de regresarnos a la realidad y a la cotidianidad de nuestros pasos.
Uno a uno, fue hundiendo en la neblina del olvido, cada palabra de aquel guía, cada paso andado entre la selva, cada recodo de aquel sendero, cada piedra de aquellas ruinas, cada reflejo de aquellas aguas del cenote.
Cada uno de nosotros fue también, despertado y atormentado a medianoche, por los alaridos de aquellas jóvenes sacrificadas a los dioses por el resto de nuestros días.
En el ocaso nuestras almas se cubrirán también, de oscuridad y sombras. El silencio llegará a nuestros labios, y nuestro día luminoso culminará en una eterna noche.
El olvido alcanzará nuestro sino ¡Polvo seremos del camino andado!
Chinkultic seguirá eternamente de pie, hasta que, las aguas del cenote, se evaporen y hasta que, la última piedra de sus ruinas, sean nuevamente estrellas, en el firmamento.
@ Berriozábal 2018, By Oscar Mtz. Molina
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