EL DÍA EN EL QUE NADIE ME MIRÓ A LOS OJOS
Me desperté, como me despertaba siempre, a golpe de despertador. Últimamente éste me estaba dando problemas y, esa misma mañana, sin ningún tipo de compasión (ni de aviso previo), reingresé al mundo veinte minutos más tarde de lo estipulado. Con más prisas que razonamientos, hice lo que siempre había hecho cuando las cosas se desviaban...