Una hermosa mañana, me propuse enviar una postal de la Ciudad de México a mi hija quien se encuentra en la Ciudad de Santiago de Chile, desde hace 5 años.

En ese momento recordé cuando un grupo de compañeros de trabajo (5 mujeres y 6 hombres), realizamos un trabajo de campo correspondiente a la Investigación para identificar plaguicidas organoclorados en leche humana.

Para ello, nos albergamos en el Hotel Los Ocampo, en donde también se hospedaban un par de mujeres jóvenes de pelo rubio y ojos claros, estudiantes de Antropología Social y procedentes de Suiza. Al concluir nuestra estancia, una de las compañeras las invitó a hospedarse en su casa, pues tomarían un vuelo en la Ciudad de México para Suiza.

Tiempo después, recibí una postal de ellas de una imagen de una choza en la Selva Lacandona.

Al recordar esto, escuché vi un mensaje en el celular en donde mi hijo enviaba la foto que había tomado de la Ciudad de México con su cámara.

Al ver la foto decidí que la enviaría a su hermana, y dicho y hecho, la envié escribiendo además: Te quiero mucho, te extraño, un saludo a ustedes desde esta hermosa Ciudad de México.

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