Destino:
Aelia Flavia Augusta
Palacio Imperial
Constantinopla
Año, MCXXXVII a. U. c., X de abril
Querida prima Aelia:
De vuelta a mi amada Gallaecia, después de tres años de peregrinación. Sin tu ayuda no lo hubiera conseguido. La protección imperial de tu marido, Constantino el Grande, fue decisiva. El viaje ha sido arduo, pero ¡son tantas las vivencias que atesoro!
Llegamos a Jerusalén en la Pascua de hace tres años, teniendo por guía la vetus latina. Bebimos de la luz de los Santos Lugares buscando siempre la huella de Dios. El Dios que amo y al que ahora imponen en Constantinopla y Alejandría. Todo lo que mis ojos han visto lo he relatado como testimonio de fe.
Ya no soy la que partió un día de esta tierra. Mi cuerpo se rebela cansado de satisfacer mi inquebrantable anhelo y, a pesar de ello, creo que podría caminar sobre las aguas, porque por fin, mi corazón, mi mente y mi alma han encontrado la perfecta comunión.
Egeria
A Proba de Burón
Anduve por mil caminos. Navegué por lejanas aguas. Subí a las cimas de Tus montes. Llegué a Tierra Santa. Pero sólo Te encontré cuando miré en mi alma.
OPINIONES Y COMENTARIOS