Querida hija,

Ya saliendo de casa. Haremos los 8.500 km de distancia para verte nuevamente. Te preguntaras que nos lleva con tal urgencia.

Hace más de un año que no te vemos y cada vez que llamamos nos dices que no tienes tiempo para hablar con nosotros. Eso ya es bastante sospechoso porque no hace mucho, no querías despegarte de mí pollera ni descolgarte del cuello de tu padre.

Nos dices que tu vida es maravillosa, que nos amas mucho y cuelgas! Nos has obligado a espiarte en Instagram e inmediatamente nos hemos dado cuenta que el problema es más grave de lo que intuíamos.

Vimos esa foto donde pareces rebozar de felicidad almorzando en un restaurante Hindú, cuando sabemos bien que las especias te disgustan. Vimos tu rostro iluminado con una sonrisa en la cumbre de una montaña esquiando, cuando sabemos que sufres vértigo. Estabas vestida como un oso polar con tus botas hundidas en la nieve, cuando siempre amaste el calor del sol en tu piel desnuda. En otra foto tiras besitos a tu marido, envuelta en un tapado de piel cuando sabemos que amas a los animales.

Ya no tenemos dudas.

Vamos a rescatarte.

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