Fémina postal

Diez de diciembre de mil novecientos ochenta y cuatro, son las diez y media de la mañana.

  • Hola, ¿qué ha pasado el autobús? Pregunta la muchacha a un grupo de jóvenes, que esperan todos juntos.
  • ¿A ti que te importa?, le responde el gracioso de turno.
  • ¿Habrá pasado la hora de la estupidez en el mundo?
  • ¡Ah!, perdonad. No me he dado cuenta de que estabais, pensaba que estaba sola.

Se queda muda, sin palabras que decir, mira al cielo raso y se pregunta ahora para sí misma…

Al mismo tiempo lanza una patada al aire, mientras el grupo se ríe de ella, ella se hace la sorda. Ve acercarse el autobús y haciendo la señal con el dedo de que no pare, pasa de largo. Ahora el grupo, enojado y enfadado, le recrimina y ella responde.

Ahora se parte por dentro, se ríe a carcajada limpia, como si hubiese entrado en psicosis. Todo fue solo veinte minutos, hasta que pasó el siguiente y entonces, solo entonces, les dejó paso primero, como si el tema no fuese con ella.

Entró la última, pero fue la primera en ver como todos la miraban, pero ya no se burlaban.

Saludos

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