Martes. 1 de la tarde. Estación del tren. Acordamos bajarnos en cualquier paisaje, población o ciudad, que nos pareciera agradable. Tus zapatos sin cordones, el jean gastado, la boina azul, como dijiste. Un Claxon, un grito, un golpe seco. Alcancé a escuchar la última palabra que pronunciaste , que se desvaneció en el aire y aún después de tanto tiempo espero que caiga del cielo. Inexplicablemente hay una foto en la que posamos en ese lugar a donde nunca fuimos y hemos estado todo el tiempo.

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