Preparo mi arco. En el bambú de aquel remoto paraje el terror aún sin su agudo esqueleto se mece con el viento; su cabeza de metal atravesará las bestias.

Cuando ciegue la vida de un león en su sabana, el último gavilán de la tarde saldrá volando hasta posarse en los techos de palma de una tribu bantú.

Estoy en África desde latinoamérica: la flecha vibra al incrustarse en la puerta de mi cuarto como en un león de la sabana.

─Juvenal ─habla mamá en la sala─. A ese safari no dejan llevar armas.

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