Ese domingo no fue un día normal para Lucero. Ella se arriesgaría a hablarle a ese hombre musculoso y atractivo que pasaba todos los días domingos y festivos por la ciclovia, ese espacio de esparcimiento y deporte en el que todos podemos disfrutar el aire libre, por unas rutas establecidas en la ciudad. Este hombre siempre pasa con su bicicleta desde el sur hasta llegar a la calle 146 por toda la Avenida Boyacá en Bogotá, capital de Colombia.
Lucero, es una vendedora ambulante de jugos de naranja y mandarina. Su puesto de ventas está ubicado en la Avenida Boyacá con calle 12, todos los domingos ve a ese hombre pasar. Tal parece ser que desde el primer momento en que lo vio, se enmaró. Lo observa desde hace más de un año, pero en este tiempo ella no se ha atrevido a hablar con él, se pone algo nerviosa de solo mirarlo. Él ni la mira ni la escucha sólo monta su bicicleta, escasamente se ha acercado unas cuantas veces a tomar el jugo que ella vende, pero ignora por completo que quien se lo ofrece es una mujer enamorada. Ella lo observa, extasiada. Se lo quiere comer con la mirada y estamparle un beso apasionado, pero, ¿cómo hacerlo? Se lo ha preguntado miles de veces. No sabe ni siquiera el nombre… Sin embargo, ella y los chicos de servicio social (son estudiantes de grado noveno o décimo de diferentes colegios de la ciudad que sirven de guías de la ciclovia) han ideado un plan esperando de resultado.
El plan consiste en que cuando pase él por el puesto de los jugos, que es más o menos entre las 9 y 9.30 am, pues es muy puntual en su rutina de ejercicio, entonces una de las chicas lo detendrá para invitarlo a dar una entrevista sobre cómo aprovechar mejor las ciclovias en Bogotá. Ellos ya han ideado algunas preguntas clave para eso; mientras tanto, otro tomará fotos y Lucero se acercará a él y le ofrecerá un delicioso jugo de mandarina preparado con las mejores mandarinas que ese día ella encuentre. Todos ellos saben que ese hombre es muy serio y seguramente sólo dispondrán de 2 o 3 minutos para atenderlo. Lucero se jugará su vida amorosa en ese corto tiempo.
Lucero es una mujer de 30 años que solo estudió su bachillerato en un colegio cercano a la casa. Hija de padres trabajadores que le dieron a sus cuatro hijos el bachillerato y posteriormente se devolvieron para el campo, dejándoles en Bogotá, una gran ciudad, solos. Lucero al ser la mayor de todos sus hermanos, tomó la responsabilidad y no siguió estudiando, sino que se dedicó a trabajar para pagar las cuotas de la casa, los gastos de mercado y servicios públicos. Su vida está dedicada completamente a su familia. Desde entonces, tuvo pocos novios y actualmente no tiene ninguna relación sentimental.
Ahora, desde hace más de un año solo tiene su mirada puesta en este hombre, el que parecía que nunca la hubiese visto, sino solo a su bicicleta.
Bueno, llegado el domingo y todo listo para acercarse al futuro amor de su vida y papá de sus hijos, pensaba ella, – sonriéndose – en su interior, se puso su mejor ropa aunque sabía que el delantal la cubriría, pero que tal, que el hombre quisiera tomarse con ella una foto y la viera bonita y bien atractiva. Cuando se acercaron las 9 am, ella estaba muy nerviosa, se puso “colorada”, estaba tensionada. ¡Qué iba a ser cuando él estuviera ahí, frente a ella, respirando su mismo aire! Estaba emocionada.
El plan se cumplió con una sola diferencia, detrás de él, venía una chica y dos niños a los que nunca habían visto o quizá no les habían puesto cuidado. Esa era la familia de este hombre musculoso, de este príncipe azul de Lucero. Ella le ofreció el jugo no solo a él sino a su familia. Estaba más nerviosa aún y aparte de todo, desilusionada. Cuánto esperar y planear para saber que el hombre era casado. Ella, lo ha debido sospechar, – se regañó una y otra vez, -¡pero, cómo siempre estaba solo!
Se sintió sola y muy decepcionada. Y ese hombre nunca sabrá que una mujer desconocida estaba muy enamorada de él.
Seguiría trabajando ahí mismo y viendo pasar mucha gente, unos corriendo, otros caminando, otros patinando y varios montando en su bicicleta como su enamorado. Y también a sus mascotas.
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