El frio arreciaba en el peculiar poblado de Tinapuim, ubicado al pie de una cascada que lleva el mismo nombre, lo rodeaba un verdor perenne y sus viviendas estaban afiladas en la única calle. La ley aca, estaba en manos del comisario Moreno, todo aquel que la trasgredía cuando el comisario no estaba, debía encerrarse el mismo hasta el retorno de este.

Que contrariedad, la llave no está en el lugar acostumbrado y el comisario anda en la búsquedade Nemesio, quien se fue de cacería el día anterior y aun no volvía. Estos eran los pensamientos de Daniel, el loco del pueblo, así le llamaban todos. Se sentó en una banca de madera que estaba a un lado de la puerta, era la que usaban para recibir denuncias y visitas. Visitas, porque era la casa del comisario y este, la persona más respetada del pueblo, la convirtió en una cárcel. Alego estar cansado de las riñas entre borrachos.

Daniel alcanzo a oír un ruido que venía desde adentro, eran ronquidos profundos y acentuados. Se levantó de prisa y gritando, pregunto:

_ ¿Quien está ahí?

Solo el silencio le respondió.

Volvió a interrogar:

_ ¿Quién está ahí adentro? responda.

Se escuchó una voz de hombre y se inició esta conversación:

_ Soy yo, el detenido.

_ Tamaño susto señor detenido ¿porque no dejo la puerta abierta?

_ La noche esta oscura y fea, hay mucho espíritu malo buscando pa llevase alguno.

_ Déjeme entrar señor detenido y así nos hacemos compañía hasta que venga el comisario.

_ No compai. Mejol venga mañana, digo, sino se vuelve na con el sol. Pa mí que aste es un anima.

_ No puedo irme amigo, el comisario Moreno me ordeno dejar el gallo en la comisaria y quedarme a esperarlo. Mejor abra la puertahombre, que estoy bien vivo.

_ No le voy a abri, mejol vallase poai pa ya y venga mañana.

_ Bueno, voy a lanzar el gallo por la ventana y usted se lo entrega al comisario.

_ No mijo, ese es el gallo de Nemesio y porai toos andan dicendo que eta endemoniao, mejol suéltelo y vallase tlas del pal otro mundo, donde aste peltenece.

Ante tal negativa, Daniel se desesperó y lanzo el gallo para un matorral cercano y se dirigió a su casa. Grande fue su sorpresa, al ver el gallo salir del matorral y seguirlo. Camino un trecho y el gallo continuaba siguiéndole,entonces se devolvió para tomarlo y este corrió rápidamente lejos de él y se detuvo. Corrió para tomarlo de nuevo y el gallo repitió exactamente la misma acción. Daniel, pensó para sus adentros: quiere que lo siga.

Le siguió sin prisa, y mientras caminaba, meditaba sobre los últimos acontecimientos. Desde que Nemesio desapareció el gallo no paro de cantar y ahora que estaba libre no cantaba, sino que lo estaba llevando a la cima de la montaña. El no creía en espantos, animas, ni encantos como el resto de los lugareños, pero, el miedo empezó a adueñarse de él. El animal lo internaba en el bosque, exactamente lo estaba llevando a donde nacía el rio que cruzaba el poblado y daba vida al mismo.

Reflexiono, “Me deje llevar por la emoción y he seguido al gallo hasta este punto y ahora no sé dónde estoy, ya viene amaneciendo. Lo abandonare y buscare un claro que me y guie para volver”. Entonces sucedió, el gallo canto por primera vez en dos días y no era un canto cualquiera, era un canto de alegría, de júbilo desenfrenado,a él se lo pareció. Justo en ese instante la luz del sol empezó a bañar la montaña, encontró un claro y por el mismo pudo distinguir el poblado a lo lejos.

La vista era maravillosa. La hermosa tonalidad violeta de las flores del apamate y el amarillo intenso del melero contractaban mágicamente con el abanico de los frutos carmesí de la quizanda. Que deleite, es una vista perfecta, parecía un arcoíris que bordeado de aves se recostaba a la montaña.

La brisa matutina, el canto de las aves, los dorados rayos del sol y los mil colores que vestía la flora silvestre le mantuvo por largo rato embelesado. Hasta que la insistencia del gallo lo trajo a la realidad, volvió hasta donde lo había dejado. Se vislumbraba el camino claramente y recordó que muchas veces lo recorrió cuando andaba de cacería con Nemesio.

Fue mayor su sorpresa, al ver que muy cerca del gallo estaba el cuerpo inerte de Nemesio. Apenas se percibían sus quejidos, corrió hacia él, mientras le hacía preguntas:

_ ¿Qué te paso? ¿Desde cuando estás aquí? ¿Puedes caminar?

Una ojeada a su derredor le sirvió para entender lo sucedido. En su pierna un torniquete, a su lado el machete estaba ensangrentado,y a pocos metros una mapanare sin cabeza.No lo pensó más, como pudo, se lo hecho en la espalda y empezó a arrastrarlo ladera abajo.Cuando ya había recorrido medio camino alcanzo a oír voces que se acercaban. Eran el comisario,el detenido y muchas otras personas de la comunidad que se unieron a la búsqueda.

El detenido contó lo sucedido al comisario y este se fue a la casa de Daniel para encarcelarlo. Al no encontrarlo, pensó que se había dado a la fuga, reunió un grupo de hombre y se fue a dar caza al ladrón, olvidando a Nemesio. Es que para para los habitantes de Tinapuim, ya este estaba en el mundo de las ánimas.

Cual magia, ese día Daniel se convirtió en el maestro y poeta de Tinapuim. Ahora, aunque habla con el gallo, que Nemesio como agradecimiento le regalo, no le llaman loco. A Filomeno, así llamo al gallo, a la naturaleza y su grupo de aprendices dedica sus poemas y reflexiones. Los que antes se burlaban de sus refinadas palabras y trato, ahora se maravillan al comprender todo lo escrito en los libros que Daniel trajo cuando llego al pueblo.

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