{Avenida de España 5, Albacete: https://www.google.es/maps/place/Av.+de+Espa%C3%B1a,+5,+02002+Albacete/@38.98936,-1.85535,17z/data=!4m2!3m1!1s0xd665fc14497dfcf:0x401b94f2e1e06205}

Sonó el timbre del descanso entre clases. Me había despistado y aún no tenía mi bocadillo en la mano. Julia me hacía señas ya desde la puerta.

  • – Pero María, date prisa. ¡Venga ya! –
  • – Está bien, está bien – le contesté rezongando y haciéndome un lío con las manos para coger a la vez el bocadillo del estante bajo el pupitre y el anorak del respaldo de la silla.

Salimos del aula y bajamos atropelladamente las escaleras tropezando con montones de alumnos de la ESO que tenían por costumbre caminar saltando en zigzag como si su intención fuera causar caídas con lesión a todo el que se atreviera a interponerse en su camino.

Al llegar a la calle tuve la impresión de que no era un día normal. Es como si alguien nos estuviera espiando desde lejos. Di vueltas inquieta mirando a mi alrededor. Julia se enfadó.

  • – Pero tía, qué rara estás hoy. ¿Quieres estarte quieta ya? –
  • – En qué quedamos ¿que me esté quieta o que me dé prisa? –
  • – ¡Tranqui, tronca! Vámonos al parque que andarán por ahí los nuestros. –

“Los nuestros” eran los de segundo de Bachiller de Ciencias. Julia bebía los vientos por un tal Javi y había que ir a buscarlo a todas horas. Por eso se nos hacía tan corto el recreo y por eso había que salir “escopeteadas” siempre. Como él no le hacía caso, ni mucho ni poco, necesitaba tenerme a su lado para agarrarse a mí y no sentir el vértigo del rechazo, de la soledad, del ridículo del amor no correspondido.

Entonces lo vi, al “espía”. Había una cámara en el parque desde la que grababan la fachada del instituto.

Pero no había solamente “un espía” sino varios. ¿Qué era aquello? Le di a Julia con el codo y miró también.

  • – ¿Estás pensando lo mismo que yo? ¿Tú te crees que en Albacete pueden estar rodando una película? –
  • – Vamos, vamos. Vamos a buscar a los chicos y desde allí miramos y si hace falta nos pelamos el resto de las clases. –
  • – ¡Pero Julia…! –
  • – ¡Ay María, qué ñoña eres! Así no llegaremos a ningún sitio. Venga, un paso adelante. ¡Total por un par de clases! –

En el parque estaba Javi y también César. Era increíble la cantidad de pájaros que había en la fuente a pesar del frío. Bueno, quizás yo veía más pajarillos de los que había porque estaba César. Tengo que reconocer que su presencia hacía que se me aflojaran las piernas. Incluso el día se había vuelto más luminoso de golpe.

No les fue muy difícil convencerme para hacer pellas. Creo que se me notó mucho porque dije que sí, casi tartamudeando, a la primera sugerencia de César. ¡Madre mía, qué susto cuándo me di cuenta de lo que me estaba pasando!

Mientras comíamos el bocadillo nos acercamos al equipo de rodaje. ¡Qué emoción! Julia y yo queríamos hablar con ellos para que nos contrataran de actrices. Eso es lo que me gustaría ser. Julia decía que mejor modelo; pero yo no. Yo prefería ser actriz, me parecía más digno. Lo de modelo es muy claramente ser una mujer objeto, por mucho que lo disfracen. Te hacen estar superdelgada, o sea que prácticamente no comes el resto de tu vida porque tienen que notársete los huesos de las caderas. Y eso y todo lo demás porque hay que ajustarse a “los cánones” de la moda. La esclavitud al servicio del gusto y del poder masculino llevado a extremos. ¡No! Mucho mejor ser una actriz, un papel activo, creativo. Todo un reto la interpretación, como Nicole Kidman, mi actriz favorita. También se puede ser fea como Rosi de Palma, o estar gruesa como Meryl Streep o ser mayor como Lola Herrera.

Así iba yo soñando con el tipo de actriz en que me convertiría cuando consiguiera que me contrataran estos tipos de las cámaras, cuando ¡zas! casi me trago el trípode.

Vimos entusiasmados cómo rodaban las escenas de exteriores.

Y pudimos hablar con el equipo. Eran alumnos y profesores de un curso de cortometrajes que se estaba impartiendo en nuestra ciudad, subvencionado por el Ayuntamiento.

¡Qué bien! ¡Pero qué chulo! Además podíamos apuntarnos ya el curso siguiente. Sólo había que tener dieciséis años para poder entrar. Con la emoción César me cogió por los hombros y me dio un beso. ¡Qué fumada de clase más bien aprovechada! Julia ya se había despegado de Javi para pedirle al del trípode que le hiciera unas fotos bien guapas. Ella iba a aprovechar para lo suyo. A ver si de ahí podía saltar a la pasarela.

El corto que rodaban aquel día era la historia de una chavala de la ESO. Por eso hacían tantas tomas de nuestro centro. Claro, es el instituto más antiguo y más bonito de Albacete.

Mientras escribo estas líneas ha entrado mi hermana en la salita con una carta. ¡Tengo plaza para estudiar Arte Dramático en Barcelona! ¡No me lo puedo creer!

¡Ah! Julia me llamó ayer por teléfono y me ha dicho que va también a Barcelona a estudiar Diseño y Moda. Me alegro por ella, quizás podrá diseñar los modelos que ella misma lucirá en la pasarela. Ahora sólo me falta convencer a César para que termine también sus estudios de Periodismo en la ciudad Condal.

FIN

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