28 Marzo

«¿Te he sonreído hoy?¿Se han plegado mis labios en un amago de sonrisa cuando nuestros ojos se han vuelto a encontrar fugazmente? Te veo desolado como los zapatos solitarios, desvalidos, desamparados en la sala del zapatero a la espera de ser recogidos»

Con éstos pensamientos revoloteando por su cabeza camina ella, agotada como todas las tardes a ésta hora en la que regresa del trabajo. De nuevo sus caminos se han cruzado unos instantes, el tiempo justo de mirarse y seguir ambos sus trayectos generalmente en sentido contrario.

2 Abril

La vio a lo lejos, con su caminar cansino, con ese vaivén de los brazos meciendo las bolsas de la compra que llevaba en las manos. Él sabía que estaba casada, que hijos tenía, y continuamente la misma duda le asaltaba.

«¿Por qué siempre va sola?¿Por qué nadie la acompaña?¿Para qué una familia si siempre se la ve tan desolada, solitaria y cansada?»

Sus miradas se encuentran y seguidamente se separan. Otro día, otra ocasión que se lleva las reflexiones de ambos dos.

5 Abril

Su paso la trae del trabajo por el mismo camino, por la misma senda, las mismas calles, las mismas tiendas y quizá también las mismas caras.

«Hoy parece ser que no me toca verle, otro día será, estará en el bar o de charla con los taxistas en la parada»

Sonríe mientras recuerda su encuentro de hace unos días en el estanco; A él le faltaban 15 céntimos para pagar el tabaco y estuvo a un tris de decirle que ella se lo daba, pero se mantuvo muda, quieta y callada.

«Bueno, otro día será, quizá mañana»

Y vuelve a sonreír mientras se acerca a su hogar. Ese casa llena de ruidos, de demandas, de mamá dame esto… mamá dónde has puestos aquello… ¿está limpia mi falda? Y la blusa planchada?.. Corre corre que me esperan las amigas en la plaza… ¡anda cariño enciende la tele y así no me levanto que llego cansado del trabajo!. Y ella sonríe, obedece y calla, sumisa, de todas las demandas ajenas esclava.

10 Abril

» Tengo frío, aceleraré el paso aunque de llegar no tengo ninguna gana»

Con la vista baja, apretando el abrigo contra su cuerpo para detener el frío, camina despacio de regreso, de nuevo ya cansada, mirando el reloj que se adelanta. Llegando al cruce la vista levanta, un momento, un instante chiquito para buscarlo con la mirada, y al doblar la esquina se encuentran, como siempre en dirección contraria.

«Aquí está, tan alto, tan desgarbado, tan delgadito y tieso. Tiene que tener frío llevando solo ese chándal. ¿Irá él solo a comprarse la ropa?¿Comerá solo en su casa? No, seguro que va al bar a sentarse con algún conocido. Que triste ese silencio de la morada vacía, el chocar de los cubiertos contra el plato, la televisión puesta con ese murmullo constante de fondo para mitigar ausencias y conversaciones.¡Que tonterías pienso!»

Y relega a un rincón de su mente esos pensamientos que pretende llevarse el viento y su imagen sigue impresa en su ser porque no lo olvida.

20 Abril

Llueve, una tarde gris, plomiza y cargada de dolor, otra tarde solo, otra tarde ausente, ajeno a su entorno, con un solo pensamiento: salir a su encuentro.

«¿Qué es ésta locura que se me desata dentro, que me devora con tanta intensidad?. Se ha convertido en una inmensa duda que arrasa mi entendimiento y bloquea mi voluntad»

Se viste la chaqueta, baja las escaleras, abre la puerta vigilando al rededor con impaciencia, se ha retrasado y puede ser que ella ya haya pasado por su esquina, por su cruce, Se perderá sus ojos y la mueca con futuro de sonrisa que ella siempre le dedica.

«A ti no sé si te duele, pero a mi me ahoga éste silencio en el que vivo inmerso. ¡Nada, hoy no te veré¡ habrás llegado a tu casa, a la alegría del hogar, los besos de tus hijos, las caricias de tu marido, a descansar en un agradable ambiente familiar»

A pesar de que sabe que no la encontrará, sus pasos le lleva a buscarla, las mismas aceras, los mismos árboles, el mismo cielo que ella ha contemplado ahora le cobija.

«¿Dónde estarás? Guardo un recuerdo de ti, tu sonrisa»

3 Mayo

«Que gustazo de solecito, anima el espíritu y calienta el cuerpo exhausto de tanta oscuridad»

Iba disfrutando de las caricias del sol y acercándose a su calle, esperando encontrarle por el camino, como siempre erguido y ligero de ropa ¡con lo friolera que ella es! Mirándola con disimulo mal fingido o esperándola distraído, disimulando para hacer coincidir sus pasos y verse frente a frente durante esos leves segundos que se están convirtiendo en una necesidad. Se miran ¿Ya pasó? ¡es tan tenue y a la vez tan intenso! Ese contacto persiste en la retina y en la mente por horas, días, éstos meses que van quedado atrás. Y con tristeza reflexiona.

«Olvidé que el pasado no regresa…

Olvidé que el futuro no está aún aquí…

Olvidé que solo el presente existe…

Olvidé … me olvidé de vivir…»

Se mira las manos, las arrugas que los años han ido dibujando en ellas, en sus ralas uñas, en las manchas que tiñen su piel y recuerda su perdida hermosura, sus ágiles dedos , sus largas uñas, sus delicada y blanca piel . Añora la primavera de su vida, la juventud perdida y le pesa, como un agotador lastre en el alma, el perpetuo invierno de su corazón.

«El que vive con pasión siempre será joven»

Cuantas veces ella ha escuchado ésta frase en la que ha perdido toda esperanza

«No te vayas primavera, quédate en mi jardín»

Y transcurre el tiempo y se perpetúan los encuentros rodeados de silencios, miradas disimuladas, perdidas esperanzas y futuros deseos escondidos en los viajes de un hombre y una mujer.

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