Una isla en mi memoria

Una isla en mi memoria

María Garrido

27/12/2016

Te dejé con los campos sembrados de flores alrededor. Con mis juegos en cada rincón, mi voz flotando en el aire. Mis puestas de sol bajando por el cementerio de la vida. La sal y la luna de cada verano, entre farolillos de sandías huecas, donde prendían las luciérnagas. Donde nunca se apagarán mis recuerdos. El grito de mi madre en una ventana, su mirada en mi espalda. Dejé a Pinocho mudo en un estante de cuentos y unas cuantas muñecas rotas. Se coló en mi maleta Pepito Grillo y aún oigo su voz. Los primeros besos tatuados en la oscuridad de un portal. Tres películas seguidas teñidas de negro y blanco.

Me llevé también los primeros desvelos que aún interrumpen mi sueño. Las olas que tantas veces me balancearon suenan dentro de una caracola que guardé. Dejé cartas que ya no eran blancas. Todos los charcos que entonces parecían lagos, pisados, chapoteando y salpicando siempre mi memoria. Saltos y carreras sin fondo. Pequeñas cabañas en una huerta que refugiaron mis sueños para que un día se cumplieran. Pétalos de margaritas. Un bolero que habla de una mujer española suena en la radio que no apagué con las prisas.

Alguien un día me dijo muy bajito que ya no venden caramelos en la puerta de la escuela. Que la escuela ya no es escuela. Que todos crecieron y algunos a punta de navaja desaparecieron en una noche de tormenta y viento. Que dejaron de regar las flores y todas murieron. Piedra y más piedra cubrieron su ausencia. Que las campanas sonaron demasiado a muerto en lo que fueron domingos de mayo, tibios y amarillos.

Me dice otro alguien, muy bajito, que corren rumores como la pólvora de aquella falla, que en algunos árboles quedaron columpios olvidados y que algunas noches se oyen risas de niños. Que suenan voces de madres cantando la misma nana. Canciones infantiles en los días largos. Que Peter Pan vive en la misma casa, que no creció y que aún espera la vuelta de muchos. Que el barrio se ha quedado como una pequeña isla en medio de un océano. Una isla encantada.

Sin decir adiós a nadie me fui, y a veces lo veo en medio de un sueño y siento si tan sólo fue eso. Que nunca existió, que tan sólo está en mi imaginación. Mi barrio ya no será el mismo al volver, por eso en mi retina lo dejé… Y solo lo haré, cuando una primavera traiga su esencia en forma de secuencia para volver a ver mi niñez.

De María para Sofía, que con tres añitos me contaba cuentos inventados por ella y creía que los aprendía en el cole… hasta que un día lo descubrí. Lleva la metáfora en las venas… Mi cuento para ella. Y en los nuestros siempre continuará, nunca tienen fin.

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