Son las siete y cuarto, me dispongo salir a la calle, un relámpago en el horizonte destella sobre el empedrado grisáceo dejando el intenso color platino. Camino a la oficina, a la vuelta de la esquina se interrumpe el pregón matutino en la voz melodiosa inimitable que impregna el eco de la calle con su quejío exclusivo. Es la vendedora del Diario de Cádiz ante inoportuno individuo que aparece en el mostrador del quiosco tambaleándose. Asediando, pidiendo insistentemente la Gaceta del Norte. —Soy la voz de la calle—, balbucea entre vocablos y diatriba ilegible mientras se va retirando ante el reproche de la dependienta, un sujeto borracho.
La señora mayor educadamente le contesta: —Mire usted, aquí sólo tenemos del país, el diario a presente—.
Retiro mi ejemplar, paso página con olor todavía a tinta fresca. Camino entre escaparates y comercios, el banco de la calle Pelota. Entro en la cafetería. Se apalanca a mi lado «el psicólogo», no se da cuenta de mi presencia. Me descubre y se le complica el café a su paso por la laringe, se le va por mal camino, tose. Me ha reconocido. Es el psicólogo de los meollos, de estudios de hecho, vive de sus propiedades y alquileres de renta. Se cambia de sitio, se lleva el diario de la casa y su compleja estampa. Recordará todavía a pesar del anuncio que puso. Yo no le gusto; más bien las mujeres, con resultado que ya no alquilaba la casa que se ofrecía, ahora estaba a la venta, achacaba, jodiéndome la convivencia.
Me esperan en la oficina, hoy toca hablar del presupuesto de la obra nueva del edificio de diseño en plena costa del sol y la calle del gran pórtico. La casa singular; con jardín, umbral, piscina y portal, hornacinas en cubierta. Tomas de luz y agua, gas ciudad, ventanas con alféizar con especial atención a la casapuerta. Atrás quedó la época de autoconstrucción con materiales y ladrillos, y se construyeron muros de urgencias desde la cimentación. Hoy perduran salvando la cota conveniente en cerramientos y parcelas, bloques en las casas a su vez, paramentos que rezan como medianeros en las escrituras de los despachos.
—Soy la voz de la calle—. aparece el borracho. —Por mis venas pasan los artesanos, comerciantes. Los ateos y religiosos, paganos, los que siempre dan consejos. Por mis arterias; el rico, el lunático, el justo y sabio, el cínico. Llevo conmigo el callejón sin salida. Soy la voz de la calle, palabra de honor y palabra de hecho. Fui párvulo y peatón, entre pícaro pobre, evolución de la buena hipocresía de estudiado pícaro. Entre técnicas de acaparamiento en la calle del rompecabezas; según habita la palabra en la persona, el personaje y el Énte sin la poesía de la calle de los hechos.
Soy la voz de la calle, el grito desesperado, la violación de derechos humanos, la voz de la calle propietaria del comercio, mitad capitalismo salvaje, asedio de civilización y tribu, convivo con el desarrollo y progreso.—
En la oficina no hay nadie. Abro el periódico.
«Página de deportes»:
Fútbol en portada. El Balón de Oro, no para todas las razones. Me llama la atención una noticia de eminente periodista, y toca el alma diciendo: Puedo equivocarme, pero no me perdonaría expresar lo que siento. En las mejores familias; ésta, del gran colectivo, entre seguidores efusivos, de los astros y atletas que dan lugar al deporte.
«Página diecisiete»:
Noticias. Pueblo bate el récord de paro en Europa
«Página siguiente»:
Actualidad y Carnaval 2017
Las calles del pópulo se engalardonan extraordinariamente. En la periodicidad puntual, la eclosión y exaltación de la fiesta cultural: El canto de la literatura a nivel nacional, los poetas en la calle, la innovación con atino en la escena y colorido. Enunciado del pregonero, romanceros y pasodobles de las comparsas, cuplés de chirigotas, los coros. Las calles se convierten en puro periodismo a expresión de carnaval. La sensación concisa, precisa y directa de las agrupaciones con publicaciones, mensajes a colectivos. Formaciones y cuartetos que rebosan de sal de la mar de Cádiz en marea mayoritaria que navegan en la respiración entre la espontaneidad latente. Reportajes sucesivos en el barrio entero a resplandor en el beneplácito de previa preparación precisa y consciente.
En el haber enriquecedor la difusión de carácter objetivo del periodismo histórico, actualidad, mundo y arte. Noticiero de todo aquel que obedece en esencia al puro amor propio.
El público vibra con el canto de los poetas. Las coplas se suceden consecuentes, obedecen a fonemas transparentes que eclosionan en poesía de las letras, se cimientan en pensamientos libres, líderes de fomento en la concienciación que tiran del carro, en las calles del fin del mundo.
Carnaval, pregonero en el estrado, a cota suma, y niveles de impacto. Impresión de la página, sed de buen tintero, de entre las especialidad y alegoría de la prensa.
Carnaval en la calle, en puerta e ideas de progreso, de máxima expresión en el sostén de avance, pensamiento del proceso, apertura desde su alma misma. Creer que existe, creer que se puede, saber que se tiene verdad en el concenso expreso, llamada a pomo de la puerta ajena de la consciencia.
En el carácter asociativo que brinda el proteccionismo, a buena hora, los reportero de información. El periodismo en la expresión del pópulo y comparsista realista en humana esencia. A todo carnaval, precursor de recurso y determinación; pregonan y parodian, se muestra, única puerta del camino en el manejo de la música, a versos, en las formas de las palabras.
«Provincial»:
Inundaciones por lluvias ante las inclemencias del tiempo.
«Nacional»:
Brexit en Europa.
«Internacional»: La Nasa avisa de un tercio menos de hielo en la tierra.
Los cadáveres se amontonan en las calles de Alepo.
«Populismo» es elegida palabra de moda, entre varias candidatas, coincidente en fechas de renovación y esperanza en la calle del poder. De la poderosa palabra.
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