Hubo un tiempo que mi trabajo me colocó en la calle, prácticamente mi trabajo se desarrollaba fuera de la pacifica estancia de la oficina para salir al pueblo, a conocer sus conflictos, batallar con sus sudores y percibir todo tipo de olores y sinsabores.
Andar sus caminos y apreciar sus diferentes rostros, recorrer la piel de los diversos barrios, indagar sus dolencias y necesidades, interrogar a los que pueden hacer algo y deciden por muchos otros…
Conocer a los que van por el mundo encontrando razones para embellecerlo, cultivando momentos y frases, dando color a los espacios y sirviendo de puente entre el olvido y lo moderno…
Persiguiendo noticias no importaban los días lluviosos o excesivamente calurosos; llegar a tiempo al evento, el disturbio, la entrevista, formaba parte del trajín de cada día, aquella rutina se desvaneció con el vaivén del tiempo, sólo quedó el recuerdo que pudo atesorarse en el papel o la cinta de grabación, mucho de lo cual es trabajo de rutina, nota de relleno, reportaje que pudo ser mejorado pero el tiempo en los medios lo limitaba a tres minutos al aire. Buscar en el todo lo esencial o lo que valía la pena para el jefe de redacción…
Posiblemente la hemeroteca guarde mejor lo que podría importarle a alguien con el paso del tiempo, yo me deshice de los recuerdos de una época, limpié cajones y tire recortes de periódico… Tal vez todos soñamos en algún momento con figurar y destacar en un oficio tan relevante… tan agobiante, pero no es así.
A veces es estrecho el camino por donde se nos permite crecer, sólo a veces logramos dar luz y alegrar el entorno… Posiblemente me importan todas las frases que un ser humano puede cultivar, los tesoros naturales que se atreve a observar, donde el limite es el infinito y en ese espacio no hay reglas de tiempo y espacio; en tal sentido prefiero escribir y decir lo que el entorno me declara quedito al oído y de soslayo me permite observar, en ese lugar está mi mundo.
¿Sabes lo que descubrí recorriendo la piel de mi ciudad? Que no importa lo mucho que instes a los otros a ser mejores, sólo algunos lo harán, sin importar el tiempo que el mundo de vueltas, la banalidad y lo superfluo tienen un lugar de privilegio mientras la civilización sostenga un mundo dividido por la riqueza y el poder… Entendí que la lucha por sobrevivir es para todos en los quehaceres más humildes o en aquellos más encumbrados.
En algún momento de la vida nos volvemos más vulnerables que antes y reconocemos que pudimos lograr con nuestra inteligencia un sitio en el mundo, participar de la riqueza del planeta, defender nuestra forma de ser y amar, figurar o no, ser protagonistas de algo o simples observadores, ¡qué más da! La felicidad es una meta que no necesita demasiado oxigeno o glorias galardonadas.
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