A través de los visillos de la ventana de la sala la vemos sentada en el sofá, cortándose las uñas de los pies. Viste camisón deforme, la maraña de pelo la lleva recogida en una coleta para que no moleste. A media altura del cuarto flota una nube de nicotina que podemos masticar y sobre la mesa una caja de cartón de pizza a domicilio de la que quedan solo los bordes. Las tres latas vacías de cerveza que acompañaron a la cuatro quesos están tiradas sobre la alfombra, punteada con migas, ceniza y trozos de uñas. La que más le cuesta es la del dedo gordo del pie izquierdo, es muy gruesa, así que aprieta con fuerza la mandíbula y el cortauñas y un trozo sale disparado entrando en la pecera sin pez. ¡Canasta de tres!, alza su puño con un golpe seco.
Justo en ese instante, como si se tratara del pitido final de un partido, suena el timbre de la puerta. Irritada por la interrupción abre y encuentra un ramo de claveles blancos sobre el felpudo. Una tarjeta con su nombre está prendida en el celofán que envuelve las flores. Mira a derecha e izquierda del descansillo desierto. Coge el ramo, cierra la puerta y lo tira. Las doce flores quedan esparcidas por el suelo y el perfume se derrama.
En la cocina busca la botella de vino por los armarios. Finalmente la encuentra debajo del fregadero, entre la lejía, el desatascador y el vinagre. Dos rosas rojas lucen esplendorosas en la botella. Las tira dentro del fregadero, le da un trago al vino y se sirve un copazo en su taza de desayuno.
De camino al aseo tropieza con sus botas de caña tiradas en mitad del pasillo. ¡Uy! Casi pierde el equilibrio, el copazo no tuvo la misma suerte. Se quita las bragas, las deja caer en la bañera y levanta la tapa del inodoro. Dentro hay cuatro dalias moradas. Se sienta y las riega.
Suena el teléfono. Lo encuentra entre el correo, publicidad del supermercado y un condón usado.
- – Diga.
- – ¿Margarita? Hola Margarita, soy Pedro.
- – Pero… ¿qué puta broma es esta?
- – Perdón, quisiera hablar con Margarita ¿es que no está?
- – Aquí no hay ninguna margarita, Capullo.
De regreso al salón, aparta el sujetador que cubre la pantalla del televisor, se tumba en el sofá y lo enciende. Están emitiendo un documental sobre las flores y su significado. El presentador habla sobre la flor de loto, que crece en los pantanos, en aguas lodosas, buscando la luz como promesa de pureza y elevación espiritual. La belleza recobrada en la herrumbre. El estómago se le contrae entre espasmos y las nauseas se hacen insoportables. Las arcadas se suceden y no puede contener el vómito. De pie ante el televisor, doblada por la cintura con las manos presionando su estómago Julia vomita una divina flor de loto.
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