Somos una especie perdida en el universo, limitada por nuestra propia conciencia, hemos disipado el rumbo de nuestra existencia; somos, los hijos perdidos de Dios. Y me vine a la mente sólo una pregunta: ¿Por qué será que no hemos tenido contacto, con alguna otra especie del universo? Tan absortos estamos en nosotros mismos, que no tenemos la capacidad de mirar más allá de nuestra luna. Marte, aún está muy lejos de nuestros parámetros y, miramos con cierta expectativa y aún más con indiferencia el futuro, sólo nos importa nuestro bienestar personal. Que si hoy, que si mañana, que si estamos o nos alejamos, ideas de puntos de vista que sólo se equiparan a la historia ya vivida, de la que tanto renegamos, pero que estamos condenados a repetir.
Una y otra vez, nada cambia y todo porque existe el libre albedrío, liberalismo fragmentado por cuanto ser humano existe; y la verdad, son puras tonterías que hemos convertido en teorías y pragmatismos de intolerancia retorcida. Del puro invento de ser más que otro, cientos de banderas nos visten y ninguna de ellas nos ve como en realidad somos. Seres poco evolucionados, seres que emergen de la matriz de la tierra y a la que volvemos como polvo desvencijado. Ironía perpetua, ni un diafragma nos libera de la condena ya emitida hace más de veinte mil años, o por lo menos eso dices los creyentes que, se sirven de Dios para hacer más daño que lo que favorezca a la raza humana.
Razas, credos, fronteras y paredes que nos marcan la distancia de ser cada vez más hermanos. Una sola especie que busque su perfección, su liberación de pensamiento que lo conduzca a un solo estado en común, para así entender que la especie que evoluciona y tiene futuro, es aquella que trabaja unida por un bien general y no sea individualista y egoísta. Entender que cada uno es diferente para poder aportar mayor cantidad de ideas que favorezcan el trayecto a recorrer, funciones diferentes pero un solo trabajo, como una maquina perfecta. Si a todos nos cuesta lo mismo y, llegamos y nos vamos de la misma manera ¿por qué nos cuesta tanto trabajo ser empáticos, cooperativos y respetuosos con los demás?
He aquí la gran pregunta: ¿Por qué será que no hemos tenido un verdadero contacto con otra especie del universo?
Si yo fuera una especie capas de viajar a través del universo, para mí no sería importante ni especial, una especie que esté peleando por sus recursos entre ellos, que no tenga la capacidad de ver más allá de su planeta y que para el colmo de malas, tenga que inventarse quién sabe cuántas leyes para poder convivir entre sí.
Entre más leyes, fronteras y espacios vacíos tengamos dentro de nosotros mismos, estoy segura que seguiremos siendo, los hijos perdidos de Dios.
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