El pasado siempre estará presente

“Ya son las cinco de la tarde, tengo que salir ya de casa que en quince minutos tengo que estar en Plaza Callao.” Se decía Lucy a si misma mientras bajaba las escaleras de su piso situado en plena Gran Vía.

Lucy tenía que ir al cine de Callao para preparar la premiere de una película, ya que es la responsable de marketing.

Tomó el mismo camino de siempre. Antes de entrar a trabajar compró unos cafés en la cafetería de al lado. Al salir de la cafetería el cielo se oscureció y todo se volvió gris a su alrededor. Todo había cambiado, los vasos de cartón para el café se convirtieron en vasos de cristal, su minifalda roja ahora era un vestido negro hasta los tobillos. Lucy no entendía que había pasado. Miró hacia el cine, ya no estaba la pantalla de la fachada. El suelo era de adoquines pequeños y negros con partes rotas llenas de tierra y lodo.

A lo lejos aparecieron soldados gritando: “¡Mujeres y niños metan se en lugar seguro!”. Mientras se oían disparos. Una cabra manchada de sangre pasó por delante de Lucy. Lucy estaba mirando a su alrededor angustiada. Se dio la vuelta y vio a una mujer en la escalera del cine llorando y gritando con su hijo fallecido en brazos, un niño de unos cinco años con una herida de bala en el pecho. Lucy no entendía nada, estaba aturdida.

De repente el suelo empezó a dar vueltas, tenía la sensación de que sus pies flotaban hasta que sintió que su cuerpo se desplomaba contra el suelo.

«¡Lucy, Lucy despierta!», exclamó su compañero de trabajo.

Lucy abrió sus ojos, todo volvió a estar como siempre. Miro hacia la pantalla, de la fachada del cine y apareció una foto en blanco y negro de una madre sosteniendo a su hijo asesinado, sentada en las escaleras del cine de callao con el título escrito debajo, el pasado siempre estará presente.