No puedo apoyar la igualdad entre los hombres y las mujeres. No me pidas que defienda lo indefendible. Mírate, eres bella. Tus pechos despiertan admiración, pero también darán alimento. Tus manos delicadas aliviarán dolor y curarán heridas. En tu vientre crearás vidas nuevas. Tu sexto sentido te conecta con la sabiduría del Universo. Tu inteligencia es sublime y tu delicadeza envidiable. Tienes fuerza con la que podrías cambiar el mundo. Podrías, pero mientras yo esté al mando no lo harás. Tenerte bajo mi tutela me da la tranquilidad que necesito para poder seguir creciendo.
Ha sido bastante fácil hacerte creer que no vales nada desconectándote de tu verdadera naturaleza. Pero todo eso es una burbuja que te mantiene al margen de lo que realmente importa. Me divierte verte pelear. Escucharte convencerme de que somos iguales y que como tal debo tratarte. Eres mucho más que eso. Eres vida mientras yo soy destrucción.
Crees que luchas por la justicia, pero no ves que partes de una premisa equivocada. Te lo voy a confesar. Ganando pierdes. Con cada victoria te perjudicas. No digo que no debas pelear. Todo lo contrario. Pero no por la igualdad sino por la devolución de lo que te pertenece: la posición de una diosa. Si consiguieras salir de tu cárcel y alzar el vuelo, cambiarías el mundo tal y como lo conocemos. Eso es demasiado arriesgado. Por eso tu jaula es de oro y te voy cortando las alas sin que te des cuenta. Te dejo ganar batallas, mientras me aseguro de que estés perdiendo la guerra.
Anoche el vecino del quinto ha asesinado a su mujer. La apuñaló quince veces antes de descuartizarla. Lo pillaron cuando intentaba deshacerse del cadáver. Ella fue víctima de violencia cobarde. Si te dejo volar lo más seguro que acabes como uno de ellos dos. Mientras estemos juntos estás a salvo…
No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas. (Mary Wollstonecraft)
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